Totalmente de acuerdo
con Magris, principalmente en la parte destacada del texto. “Obsesión de pureza”,
es otra manera de hablar de xenofobia, racismo, etnicismo… “Obsesión de pureza”
nos lleva a pensar en marginación, enfrentamiento civil, holocausto, genocidio… “Nuestra identidad es como una matrioska” :
la pluralidad enriquece, la simplicidad empobrece. “Pensar en superar
fronteras. Pero a veces no están sólo fuera, sino dentro de nosotros” : son los
prejuicios, los odios, las mentiras que asumimos como verdades.
Magris alerta
contra «la obsesión de pureza del nacionalismo»
El escritor habla
de las fronteras en el festival «Gutun Zuria» de BilbaoLa figura del ensayista
y narrador italiano Claudio Magris (Trieste, 1939) emerge como un
transatlántico destinado a hacer la travesía del hombre contemporáneo en una
Europa entre nieblas donde los confines, no ya territoriales, sino políticos,
religiosos y morales tienen un doble filo. Una malla que ejerce «a la vez de
puente o muro», entre la fascinación por lo desconocido y el temor a lo
prohibido, apunta este lúcido cronista de la civilización centroeuropea. El
autor de «Danubio» se apoya en su condición de hombre fronterizo –la de quien
se crió en el cruce de caminos de Trieste, junto al Telón de Acero, en la
posguerra mundial– para explicar los problemas de la identidad. «La frontera
puede dar lugar a la obsesión por la pureza. Yo no hubiera podido escribir
“Danubio” sin pensar en superar fronteras. Pero a veces no están solo fuera,
sino dentro de nosotros», concede.
El Premio Príncipe de Asturias de las Letras (2004), reconocido también con
el Luca de Tena de ABC en 2012, intervino ayer en el festival literario «Gutun
Zuria» de Bilbao para abordar justamente el que es el tema central de su obra. Siempre atento a la amenaza latente de «la obsesión por
la pureza» de los nacionalismos que campan por el continente, insensibles a las
heridas del olvidado siglo XX. «Yo soy triestino, hablo mi dialecto y lo amo
muchísimo. Pero no por esto me siento menos italiano, o menos europeo. Nuestra
identidad es como una matrioska».
A Magris le duele Europa. Le duele como «europeísta convencido» y como
heredero de los más grandes escritores centroeuropeos del siglo XX, sus admirados
Stefan Zweig o Joseph Roth. Halagado, el italiano sonríe y asiente. «Es cierto,
es cierto… (observador sin tregua, pasa su mano por el ladrillo visto de la
Alhóndiga y abre su memoria enciclopédica en un relato que parece no tener
fin)... Roth, quien sobre todo en los últimos tiempos no se lavaba y se dio a
la bebida, estaba tan enfadado con Zweig por su elegancia que un día se echó
encima una copa de alcohol».
Pero ¿qué es ser de la frontera? «Significa estar siempre en el límite, es
una forma de reivindicación de identidad peculiar, que no viene por naturaleza,
sino por elección». Y culmina su reflexión: «En Europa tenemos los nuevos
inmigrantes, que representan otra frontera novedosa, invisible. Puedo
conocerles, sí, pero no sé dónde ni cómo viven, si tienen hijos… Ellos son
extranjeros, pero yo también lo soy porque no conozco mi propio mundo».
31 marzo 2014 ABC (Madrid) Itziar Reyero. Bilbao
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