Apasionante
debate sobre si es moralmente aceptable el patentar genes humanos y las
aplicaciones médicas que se deriven. Es lo que se está viviendo en los Estados
Unidos en relación a dos genes relacionados con el cáncer de mama y de ovarios
(y que ha alcanzado una gran popularidad a causa de Angelina Jolie)
Argumentos
en contra:
-no
se puede patentar algo que existe en la naturaleza: las leyes de la naturaleza,
las ideas abstractas y los fenómenos naturales;
-el
acceso al tratamiento debe ser libre.
Argumento
a favor:
-Si
no posible la patente no existe aliciente para la investigación.
¿Posible
solución?
Compaginar
las dos opciones: el poder patentar y el acceso posible al tratamiento.
Apasionante
debate sobre si es moralmente aceptable el patentar genes humanos y las
aplicaciones médicas que se deriven. Es lo que se está viviendo en los Estados
Unidos en relación a dos genes relacionados con el cáncer de mama y de ovarios
(y que ha alcanzado una gran popularidad a causa de Angelina Jolie)
Argumentos
en contra:
-no
se puede patentar algo que existe en la naturaleza: las leyes de la naturaleza,
las ideas abstractas y los fenómenos naturales;
-el
acceso al tratamiento debe ser libre.
Argumento
a favor:
-Si
no posible la patente no existe aliciente para la investigación.
¿Posible
solución?
Compaginar
las dos opciones: el poder patentar y el acceso posible al tratamiento.
La batalla por el gen defectuoso de Angelina.
El
Supremo de Estados Unidos debe decidir si es legal patentar genes como el BRCA1
del cáncer de mama hereditario.
¿Se
puede patentar un gen humano? ¿y un virus? Y, en definitiva ¿se puede patentar
la vida? Estas son algunas de las cuestiones de fondo a las que el Tribunal
Supremo de Estados Unidos deberá dar respuesta antes del verano. Sobre su mesa,
el caso que enfrenta a varias asociaciones ciudadanas contra «Myriad Genetics»,
una empresa dedicada al desarrollo de pruebas de diagnóstico genético. Esta
compañía es propietaria de la patente de dos genes, el BRCA1 y el BRCA2. Ambos
están relacionados con la aparición del cáncer de mama y de ovarios
hereditario. Mujeres, como la actriz Angelina Jolie, que tienen copias
defectuosas de estos genes, multiplican el riesgo de sufrir uno de estos
tumores. Jolie comprobó con un análisis de sangre la existencia de esta
mutación y decidió sustituir sus mamas por unas prótesis para no correr
riesgos. El test que le permitió conocer el resultado pertenece a Miryad
Genetics, la empresa que patentó la secuencia de estos dos genes en los años
90. Lo hizo tras aislar y clonar satisfactoriamente los genes, en colaboración
con la Universidad de Utah. Para proteger este importante avance científico,
Myriad Genetics decidió patentar cada uno de los genes.
Acto
seguido, en 1996, Myriad Genetics había lanzado BRACanalysis, un test médico
creado para detectar los genes defectuosos y predecir el cáncer de mama y
ovarios por el que cobra entre 3.000 y 4.000 dólares. Este elevado precio ha
convertido a Myriad Genetics en una empresa muy rentable, pero también ha hecho
que muchas mujeres no se lo puedan costear.
20
años de patente
Poco
después de que Myriad solicitase las patentes, en 1997 y 1998, estas fueron
reconocidas y concedidas, lo que significó que Myriad Genetics tendría durante
20 años la propiedad de los mencionados genes y que nadie salvo esta empresa
podría investigar sobre ellos o desarrollar aplicaciones médicas que les
conciernan.
Como
en su opinión un gen que existe en la naturaleza no es algo patentable, la
Asociación para la Patología Molecular (APM) y una retahíla de investigadores
de diferentes universidades demandaron a la compañía ante el Tribunal del
Distrito Sur de Nueva York. Esta corte le dio la razón a la APM en marzo de
2010, una decisión que Myriad apeló poco después.
El
tribunal de apelaciones revocó la parte de la sentencia referida a la patente
de genes aislados. La decisión fue llevada ante el Tribunal Supremo de EE.UU.,
el cual obligó al tribunal de apelaciones a repetir el proceso al completo.
Cuando el tribunal de apelaciones tomó la misma decisión que un año antes, la
Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) y la Fundación de
Patentes Públicas llevaron de nuevo la sentencia ante el Supremo y aún está
pendiente de tomar una decisión.
A
la última apelación ante el Supremo se sumaron en calidad de «amicus curiae», o
terceras partes que quieren que su opinión e intereses sean tenidos en cuenta
en el proceso, la Red Nacional de Salud de la Mujeres, varios académicos de
sectores como el Derecho, la Medicina y de la Política Sanitaria; algunos
pacientes, la AARP, el Consejo Australiano sobre el Cáncer y la Asociación
Médica Americana entre otros.
Se
espera que el Supremo manifieste su opinión en el plazo máximo de un mes.
Varios expertos, entre ellos los abogados de la Escuela de Derecho de la
Universidad de Cornell, señalan que el Tribunal Supremo ha sido consistente en
los últimos años a la hora de defender que las leyes de la Naturaleza, las
ideas abstractas y los fenómenos naturales no pueden ser patentados, por lo que
es de esperar que revoque la patente de Myriad y que siente precedente para las
patentes de genes y secuencias genéticas.
Por
el interés científico
El
veredicto, sea cual sea, no zanjará la polémica. Médicos e investigadores
debaten desde hace años cual sería la fórmula más idónea para compensar el
coste de la innovación y, al mismo tiempo propiciar el acceso a tratamientos y
test diagnósticos de la mayoría de los pacientes.
Manuel
Hidalgo, director del Programa de Investigación Clínica CNIO y del Centro
Integral Oncológico Clara Campal está convencido de que prohibir la posibilidad
de patentar disminuirá el interés por buscar ese hallazgo. «Es cierto que el
gen mutado ya existe en la Naturaleza, ya está inventado. Pero esa mutación se
descubrió con esfuerzo, dedicación y con el apoyo de muchos fondos. Debería
haber un aliciente para que los centros de investigación se esfuercen en el
descubrimiento. Si no fuesen patentables, probablemente no se descubrirían»,
opina.
El
investigador del CSIC, Txetxu Arrieta, abunda en la misma línea. «No sé cuál
sería la fórmula pero tiene lógica que la innovación tenga algún incentivo para
que se pueda mantener y ,por otro lado, propiciar precios razonables para las
pruebas de diagnóstico. Desde los años 80 se patentan genes. «Ya es momento de
afrontar un cambio en la legislación y resolver la chapuza actual».
ABC
1.6.13 M.G. Picatoste, N. Ramírez de
Castro
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