27/12/15
17/12/15
Hombres y máquinas. Cuartango
Hombres y máquinas
No soy un lector habitual de ciencia ficción, pero me gustan mucho los
libros del escritor polaco Stanislaw Lem, especialmente Solaris, novela
sobre la que Andrei Tarkovski hizo una magistral película que he visto diez
veces.
9/12/15
Enseñar Filosofía a los niños
Una asignatura rentable
«Hay que enseñar a los niños Filosofía desde los seis años»
Fundador del New College of the Humanities, de Londres, escritor y editor
de más de treinta libros, columnista de los prestigiosos «The Guardian» y «The
Times», y también miembro del Foro Económico Mundial. Si con alguien es
obligado hablar sobre el bien, el sentido de la existencia y la importancia de
la filosofía en la educación, es con Anthony Grayling, que acaba de pasar por
Madrid para impartir una charla a los alumnos del King’s College.
2/12/15
Kant y los políticos
Kant, filósofo de Pablo
Iglesias
En lo que será la anécdota de la campaña electoral de 2015,
un filósofo alemán del siglo XVIII se convirtió en trending topic de
Twitter. Durante un debate en la Universidad Carlos III de Madrid, pidieron a
los candidatos emergentes Pablo Iglesias y Albert Rivera que recomendaran un
libro de filosofía. El líder de Podemos sufrió un lapsus y recomendó una obra
inexistente de Kant, Ética de la razón pura. Rivera, por su parte,
reconoció que no había leído ninguna obra del filósofo de la Crítica de la
razón pura, pero, de todas formas, recomendaba su obra.
25/11/15
Lavoisier y la Revolución Francesa
Lavoisier, el físico aplastado
por la Revolución Francesa
La ciencia trata de definir el
kilogramo. Lavoisier comenzó esta tarea pero la Revolución Francesa consideró
que no necesitaba ni sabios ni químicos.
20/11/15
17/11/15
Julius Hirsch
Julius Hirsch, el héroe
alemán que asesinaron en Auschwitz
Julius Hirsch fue uno de los mejores futbolistas alemanes de principios del
Siglo XX. Llevó al Karlsruher a proclarmarse campeón de la competición germana.
Fue internacional y uno de los jugadores más importantes de la selección.alemán.
Su potentísimo disparo y su entrega en cada balón le convirtieron en un ídolo
para toda la afición del país.
26/10/15
EEUU y Europa ante la emigración
SOLO EN AMÉRICA
Esta semana he
asistido, en Nueva York, a un acto de naturalización para 300 nuevos ciudadanos
estadounidenses, reunidos para la ocasión en el Palacio de Justicia de
Manhattan Sur. Para la mayoría de ellos –dejo a un lado las reuniones
familiares, una simple formalidad– esta ceremonia fue la culminación de un
largo proceso burocrático que exige años de formalidades y de paciencia. Eso no
quita para que nada desanime a estos candidatos porque, cada año, entran en
EE.UU. un millón de inmigrantes legales y, cada año, 600.000 son naturalizados.
22/10/15
Galileo.La invención del termómetro
Galileo: la increíble historia de la invención del termómetro
El científico inventó el termoscopio, antecesor del termómetro.
15/10/15
Ángel Sanz Briz
MEMORIA DE
OTROS REFUGIADOS
Ahora que los refugiados sirios han salido del país, camino de la Europa
rica, Hungría rinde un homenaje tardío al diplomático español cuya valentía e
ingenio salvó millares de vidas húngaras en los últimos meses de 1944, cuando
la sombra del Holocausto se abatió sobre esa tierra con un saldo aterrador de
víctimas inocentes. Olvidado en gran medida por los gobiernos a los que sirvió,
5/10/15
Origen demográfico común de todos los humanos hace unos 200.000 años
Origen demográfico
común de todos los humanos hace unos 200.000 años
Concluye el primer
inventario de la diversidad genética humana El proyecto 1000 Genomas confirma
el origen del hombre en África
30/9/15
Pedro de Tena. El primer filósofo negro se llamó Amo y fue esclavo
El primer filósofo negro se llamó Amo y fue esclavo
Excavando sorpresas, curiosidades e historias que
deberían ser recuperadas en las dos grandes
enciclopedias hispano-americanas, la de Montaner y Simón, iniciada en 1887, y
la de Espasa, publicada a partir de 1908, me topé hace ya años con uno de esos
personajes que conmueven profundamente a las almas abiertas. Se llamó Anton Wilhem Amo (Antón William Amo
consta en su tumba, qué ingleses éstos) y vivió imprecisamente desde 1703 a no
se sabe cuándo aunque en su lápida solitaria y anómala varada junto a un fuerte
en Ghana figura el año 1784. Su vida constituye la prueba irrefutable de que
hay personas que nacen a destiempo
en épocas que no podían reconocer su grandeza.
24/9/15
Stefano Russomanno. Nietzsche, una partitura abierta
Nietzsche, una partitura abierta
La música fue un elemento central en el pensamiento y en la vida de
Nietzsche. «Sin la música, la vida sería un error», escribía el filósofo. Sin
la música, tampoco sería posible pensar en Nietzsche. Schopenhauer había
afirmado que la música levantaba el velo de las apariencias y expresaba la
íntima esencia del mundo, rompiendo las ficciones de la vida individual y del
tiempo histórico. En El nacimiento de la
tragedia, un texto tan excéntrico que empieza como un ensayo de filología
clásica pero incluye la apología de un compositor contemporáneo, Nietzsche
retoma a Schopenhauer y sube la apuesta al vincular la música con el origen de
lo trágico y con la expresión de lo dionisíaco, ese impulso vital y físico que
trasciende la dimensión verbal y temporal así como el pensamiento analítico
para fomentar la regresión del individuo al Uno primordial y su disolución en
el devenir cíclico de la Naturaleza.
Nietzsche vio en la música de Wagner el revivir de este espíritu. Sin
embargo, tanto fervor mudó pronto en desilusión. Si el Tristán le había entusiasmado, las óperas siguientes determinaron
una progresiva inversión de tendencia que se tornó en ruptura, primero, y en
odio visceral más tarde. A Wagner achacará finalmente Nietzsche los defectos de
lo alemán: pesadez, gesticulación hueca y altisonante y ampulosidad.
Juzgar con el estómago
«Wagner es una enfermedad –apostillaría el filósofo con su acostumbrada
virulencia–. Contamina todo lo que toca». Pero había un antídoto y Nietzsche lo
encontró en la Carmen de Bizet. La
luz del Mediterráneo contra las brumas del Norte, lo corpóreo contra lo
razonable. La música de Carmen, sus
ritmos, sus melodías, encarnan la ligereza, la sensualidad, la fisicidad, la
inmediatez... Con Carmen Bizet no
sólo salva la música, nos salva a todos.
La polarización en torno a Wagner y Bizet no agota la reflexión de
Nietzsche sobre la música y los músicos. Sus escritos ofrecen un goteo
constante, aunque no sistemático, de observaciones. Bach, por ejemplo, es el
músico de la armonía cósmica pero también de la Iglesia; Beethoven es admirable
por no pertenecer a escuelas; Schubert se aproxima a su músico ideal; Chopin es
el último músico en percibir y adorar la belleza; con Mendelssohn es benigno,
todo lo contrario que con Schumann; de Rossini destaca su «pletórica animalidad»;
Brahms tiene las papeletas para ser el antiWagner pero, tras el interés
inicial, Nietzsche le despacha como otro producto más del decadente espíritu
alemán. No hay que esperar en estas opiniones un diseño crítico orgánico y
coherente. Nietzsche juzga con el estómago: para él, la estética no es más que
fisiología aplicada, es decir, la mala música intoxica y la buena música
fortalece.
Como una sinfonía
Aún más estridentes resultan las contradicciones del Nietzsche compositor,
en parte porque la mediocre calidad de sus partituras no admite atenuantes («Es
lo más desagradable y antimusical que he visto en mucho tiempo», escribe Hans
von Bülow a propósito de su Manfred
Meditation). El mismo Nietzsche que predica el desprecio a la música
romántica ( « enervante » , «blanda » , «afeminada») practica en sus piezas un
estilo Biedermeier de lo más convencional y burgués. El mismo que postula la
primacía absoluta del sonido sobre la palabra se dedica fundamentalmente a
escribir canciones.
« Quizá no haya habido otro filósofo más musical que yo, con tal grado y
fundamento » , afirmaba con orgullo Nietzsche. Es el de Nietzsche un
pensamiento que aspira a un declinarse según modalidades parecidas a las
musicales. Así habló Zaratustra está
concebido en cuatro partes, a la manera de una sinfonía clásica. La cuarta
parte de Más allá del bien y del mal
se titula «Sentencias e interludios». La propia escritura dispersa en
fragmentos que caracteriza muchos de sus textos obliga, en palabras de Blas
Matamoro, «a leer los blancos y los silencios tanto como las “sonoridades”
intermedias».
Una de las condiciones paradójicas de la prosa de Nietzsche es la de
utilizar la palabra y al mismo tiempo contemplar su ineficacia. La lógica de la
contradicción, tan propia de su pensamiento, promueve un mecanismo de
desarticulación del discurso en donde el « qué » importa menos que el «cómo»;
el ritmo se impone sobre el contenido. Nietzsche no busca demostrar o
convencer. Su objetivo es provocar, conmover, seducir, emocionar.
« A Nietzsche hay que solfearlo», afirma con acierto Matamoro y en esta
aseveración reside una de las intuiciones más originales de su libro. A
Nietzsche hay que leerlo como si fuera música: degustar sus ritmos, sus
modulaciones y sus «disonancias» sin necesidad de resolverlas. Para regocijarse
en ellas como ante una partitura, hasta que el silencio las disuelva. Con
estilo fluido y esencial, salpicado por algún toque de humor, Matamoro traza en
Nietzsche y la música las líneas maestras de este camino, cuyas encrucijadas se
multiplican a medida que uno se sumerge en ellas.
12 sep. 2015 ABC Cultural
STEFANO RUSSOMANNO
15/9/15
Javier Reverte. Serpientes de verano
SERPIENTES DE VERANO
RECUERDO que, en mis años de joven periodista, durante los estíos apenas
sucedían hechos importantes como para alcanzar el grado de noticia –ni siquiera
crímenes pasionales– y nos las veíamos y las deseábamos para idear una
llamativa primera página. Ávidamente, buscábamos «serpientes de verano», como
llamábamos a las informaciones engordadas y sobrevaloradas con las que dar al
periódico un cierto grado de interés. La expresión venía, como adivinará el
lector, de un enorme reptil anfibio que cada verano era avistado por algunos
turistas en el famoso lago Ness. Nunca se dejaba ver en invierno, sólo en
verano. Y creo que no habrá muchas fotos publicadas tantas veces en el mundo
como la del cuello del bicho surgiendo vertical, parecido al periscopio de un
submarino, de las aguas oscuras de la laguna escocesa.
Ahora, sin embargo, durante los últimos estíos, hay que escoger a diario,
entre decenas de desastres, cuáles llevar a la primera página –o al titular del
telediario o del informativo radiado–, no ya para atraer la curiosidad de quien
lee, ve, o escucha, sino para alertar sobre las graves incertidumbres que
acechan nuestra existencia. Porque vivimos tiempos de perplejidad y miedo. Y
los humanos nos sentimos más desprovistos que nunca de razones para aspirar a la
felicidad y a un mundo mejor.
Hace poco, en el semanario francés «Le Point», leía una interesante
entrevista con el filósofo judío francés Alain Filkenkraut. Fue uno de esos
jóvenes rebeldes surgidos de las cenizas de Mayo del 68 –como Gluksman y el
algo más tardío y precoz Henry-Lévy–, cuyos controvertidos pensamientos,
crecidos en los pupitres de la rebelión universitaria, se han adaptado
confortablemente al tradicional «establishment» político.
Daba Filkenkraut en la entrevista un ingenioso diagnóstico de la era que
nos toca vivir: « Los pesimistas creen que la catástrofe está al llegar.No
comparto su optimismo. La catástro fe está en marcha ». Volviendo a lo que
señalaba al principio sobre las «serpientes de verano» no hay que irse al lago
Ness para encontrar titulares que alienten el morbo, porque más bien despiertan
nuestro pavor. La explosión de Tianin (China), por ejemplo, que ha provocado un
nuevo cataclismo en el medio ambiente. O la avalancha de refugiados que huyen
de los territorios de Oriente Medio y Afganistán hacia las fronteras de la
estupefacta e insolidaria Europa. O los libios que mueren en el mar buscando
las costas italianas. O los peligros que se ciernen de nuevo sobre la economía
mundial, tras el desfallecimiento financiero de un país tan poderoso como China
y después del gran fiasco griego. O el avance de la corrupción en los sistemas
políticos más acreditados. O el crecimiento del egoísmo nacionalista. O la
pujanza de Estado Islámico y sus métodos de expandir el terror. O la posibilidad
de que un imprevisto atentado terrorista, organizado por un «lobo solitario»,
nos pille en el lugar equivocado a la hora inoportuna. O las apabullantes
cifras de seres humanos que cada día pierden su empleo, su vivienda y su
patria. O los muertos por las guerras y hambrunas. El lago Ness, con aquel
temible monstruo oculto en sus profundidades, nos parece ahora una charca de
pececitos de colores.
El principal problema de nuestro tiempo es, en mi opinión, que la
democracia se ha debilitado y envilecido y eso hace que nos sentamos incapaces
de controlar nuestro destino. Incluso los filósofos parecen cansados de pensar
y ya no emiten apenas juicios éticos, quién sabe si aterrados y arrepentidos
ante las consecuencias funestas que sus ideas arrojaron sobre la
humanidad el pasado siglo XX. Hace poco, el director de cine Peter Greenway
clamaba: « Nos hemos desecho de Dios, de Satán y de Freud. ¡Por fin estamos
completamente solos en la historia de la Humanidad! ». Solos, sí; pero también
desvalidos y desconcertados. No obstante, ¿qué tiene que ver el
desfallecimiento de la democracia con Tianin, con las olas de refugiados
sirios, con los ahogados libios, con la crisis económica, con la corrupción
política y con el terrorismo? Nada en la apariencia, todo en la sustancia.
La democracia fue un sistema inventado por los hombres para hacerse a sí
mismos más libres dentro de una sociedad más justa. Y con ese espíritu, ese
sistema fue capaz de alzar un modo de vida en común repleto de vitalidad y de
vigor. Cuanto más democrática era una sociedad, más fuerte se hacía.
Sencillamente porque los ciudadanos la veían como algo suyo, como una seña que
formaba parte de su íntima razón de ser.
Pero hace ya tiempo que los valores que fundamentaban la sociedad
democrática se han pervertido y han vencido las leyes ciegas del mercado libre
y del capitalismo voraz sobre los principios de solidaridad y de justicia. El
monopolio del poder lo detentan ahora las finanzas y ese poder no elegido en
las urnas crea un sistema sin alma, basado, tan sólo, en el beneficio. Hoy, el
FMI, el Banco Europeo, las agencias de calificación, las «troikas» y otros
organismos de parecido jaez son mucho más poderosos que la mayoría de los
gobiernos elegidos libremente. Y peor todavía: a su arrimo, continúan creándose
entidades de decisión económica exentas de control parlamentario.
No obstante, sin ideales ni valores, no hay democracia posible. Y así
surgen las dictaduras e intransigencias a las que no sabemos enfrentarnos: el
Assad, Estado Islámico, Libia…. Y la corrupción campa libremente por el mundo y
hace posibles los Tianin, burlando leyes de control ecológico. Y el paro y el
hambre aumentan porque lo prioritario es reflotar a los bancos. Y miles de
personas huyen de sus hogares en busca de patrias nuevas que les reciben con
muros y alambradas. Y este volcánico proceso no se detiene sencillamente porque
las convicciones democráticas se han debilitado y nadie las defiende con vigor
suficiente. Hay armas, pero no principios.
Por cierto: la democracia, un invento griego, la salvaron en Maratón diez
mil hombres libres –entre ellos el dramaturgo Esquilo– luchando contra los
doscientos mil soldados de un despótico emperador persa. Los banqueros del
Ática permanecieron, entretanto, encerrados en sus casas.
Javier Reverte ABC 8.9.15
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