El primer filósofo negro se llamó Amo y fue esclavo
Excavando sorpresas, curiosidades e historias que
deberían ser recuperadas en las dos grandes
enciclopedias hispano-americanas, la de Montaner y Simón, iniciada en 1887, y
la de Espasa, publicada a partir de 1908, me topé hace ya años con uno de esos
personajes que conmueven profundamente a las almas abiertas. Se llamó Anton Wilhem Amo (Antón William Amo
consta en su tumba, qué ingleses éstos) y vivió imprecisamente desde 1703 a no
se sabe cuándo aunque en su lápida solitaria y anómala varada junto a un fuerte
en Ghana figura el año 1784. Su vida constituye la prueba irrefutable de que
hay personas que nacen a destiempo
en épocas que no podían reconocer su grandeza.
Paradójicamente,
Amo era un esclavo. Amo, probablemente de la etnia de los ashanti o akan
de la zona de Axim, Awukena, que tal vez persiguiera gozoso con sus padres y
amigos una bandada de avestruces en una playa de Costa de Oro, luego
Ghana-Guinea, sobre el 1708, sufrió con sólo cuatro años la temible experiencia
del secuestro. Los tripulantes de un buque holandés se abatieron sobre él y lo
convirtieran en esclavo. Hay quien defiende que un misionero lo envió a
Amsterdam como obsequio, tal vez misericorde, a la casa Brunswick.
Exterior, día.
Veinte o treinta individuos provistos de venablos y flechas, tal vez redes,
atacan a decenas de aves corredoras despavoridas. Cuando la caza termina
reparan en un barco del que descienden extraños hombres. ¿Lo ven? Tiene
película. Y sólo es el principio.
Según ambas
enciclopedias clásicas, Amo fue regalado por sus captores a los duques de
Brunswick-Wolfenbüttel, August Wilhelm y Ludwig Rudolph, nobles ilustrados
que impidieron sus sufrimientos de esclavo y lo mandaron a estudiar a la
Wolfenbüttel Ritter-Akademie y luego a las Universidades de Helmstedt y La
Haya. Por entonces, tal vez, creen algunos, pudo reunirse con el gran pensador
alemán Leibniz, quien era un asiduo visitante del palacio Wolfenbüttel.
Luego asistió a la escuela de Derecho de la Universidad de Halle-Wittemberg y
adquirió relevantes conocimientos astronómicos y literarios, leyendo
probablemente los Principia de Newton publicados en 1687. Tanto y tan bien
aprendió aquel esclavo de las tierras del polvo de oro que dicen llegó a
conocer la medicina y a fundar una cátedra en la Universidad de Jena, ¡Dios, la
de Hegel! Al decir de los coetáneos, padeció, ya verán por qué, de cierta fama
y fortuna, tanta que, además de doctor en Filosofía, pudo ser designado
Consejero de Estado en Berlín, donde luego floreció un tal Hitler.
Posteriormente el
primer filósofo negro conocido desapareció de Europa y reapareció como
ermitaño en Saba, donde aún estaba el palacio de la legendaria reina, cerca de
donde se decía reposaban el Arca de la Alianza y las Tablas de la Ley. Pero
llevado por un impulso seguramente irresistible, no se sabe cuándo, volvió a su
Ghana o Guinea de nacimiento, que hay confusión sobre el tema, donde se cree
murió en la fortaleza de San Sebastián de Chamah tal vez en 1759 (otros hablan
de 1784, fecha grabada en su tumba).
La huida de
Europa: racismo y amor imposible
Si el propio
Kant, el de la hermosa afirmación de que todo hombre debe ser considerado
siempre como un fin en sí mismo y nunca como un medio, no incluía a los negros
en el lote de los derechos humanos (negros que, según él, por cierto, nacían
blancos salvo por los genitales y "una argolla" alrededor del ombligo
y eran frívolos, sin talento ni capacidad mental y claramente inferiores a los
blancos), imagínense los demás alemanes de la época salvo la exigua minoría de
benefactores ilustrados. Kant, que fue coetáneo de Amo y debió oír
hablar de él, no lo mencionó nunca, que sepamos. Hubiera sido de interés
conocer si mantenía ante un tipo como Amo que, además de otros conocimientos, sabía
hebreo, latín, griego, francés, holandés y alemán, que ser negro de la cabeza a
los pies era una prueba indesmentible de estupidez.
Anuncio de una
disertación filosófica
Hubo
excepciones. En 1734, el rector de la Universidad de Wittemberg (la ciudad
donde Lutero clavó sus 95 tesis), Johannes Gottfried Kraus, en una carta
dedicada al trabajo que Amo presentó a los 21 años, titulado simplificadamente Sobre
la impasibilidad de la mente humana, elogió "el genio natural" de
África, su "aprecio por el aprendizaje", y su "inestimable
contribución al conocimiento de los asuntos humanos" y de "las cosas
divinas". Y lo comparó con otros distinguidos africanos como Apuleyo de
Madaura, Terencio el Bereber, Tertuliano, Cipriano, Arnobio, Optato
y el propio San Agustín, nada menos. Luego Amo llegó a ser incluso consejero
de Estado en Berlín.
Se han
destacado tres obras suyas:
Apatheia
Dissertatio inauguralis philosophica de Humanae Mentis Apatheia seu senionis ac
facultatis sentiendi in mente humana absentia et earum in corpore nostro
organico ac vivo praesentia, (Wittenberg: Schlomachiana, 1734)
Disputatio
Disputatio philosophica continens ideam distinctam eorum quae competunt vel
menti vel corpori nostro vivo et organico, quam consentiente philosophorum
ordine, praeside M. Antonio Guilielmo Amo Guinea-Afro, (Wittenberg: Literis
Vidvae Kobersteinianae, 29 May, 1734)
Tractatus de
arte sobrie et accurate philosophandi, (Halle: Kitleriana, 1738)
El 28 de
noviembre de 1729, según consta en una cronología sobre sus hechos conocidos,
Amo participó en una disputa pública con su tesis De iure maurorum in Europa
(Del derecho de los moros en Europa). Tal vez el racismo, que Amo combatió en
la Alemania de entonces, llegó incluso al amor que se supone sintió por alguna
mujer no identificada (otro ingrediente para la película que está por hacer).
Johann Ernst Philipp, profesor de Retórica en Jena, escribió un poema en cuatro
secciones en 1747 que dañó la reputación y el corazón de Amo. En su tercera
parte, simulaba una presunta carta de amor escrita en verso por Amo a una
cierta señorita Astrine (que no sería el verdadero nombre) pero ella contestaba
que no podía amar a un moro, que era como entonces se nombraba a los negros.
Tal vez aquella hecatombe amorosa, si es que ocurrió, unida al fin del amparo
de sus duques ilustrados, fue lo que le llevó a renegar vitalmente de Europa y
convertirse en ermitaño y adivino en su África natal. De su destino posterior
sólo se conserva el relato de un viajero y médico, David-Henri Gallandat que
fue a Axim a visitarlo. En ese momento,1753, tenía ya 50 años. Su padre y una
hermana todavía estaban vivos. Tenía un hermano esclavo en la colonia de
Surinam. Más tarde se trasladó a la fortaleza de San Sebastián que la West Indian
Company tenía en Chamah (Ghana).
La Universidad
de Halle-Wittenberg otorga desde 1994 el premio Anton-Wilhelm Amo a estudiantes
destacados. Hay una estatua en su honor desde 1965 cuya inscripción dice
"A la memoria de Anton Wilhelm Amos de Axim en Ghana. Los primeros
estudiantes africanos y profesores de las universidades de Halle-Wittenberg y
Jena 1727 - 1747". El New York Time ha recordado su figura en
alguna ocasión y una televisión francesa hizo un reportaje sobre la que se cree
su tumba. Se puede encontrar más información en inglés en este enlace.
No fue Amo el
único negro o moro conocido en aquel tiempo. De hecho, el bisabuelo del gran Alexander
Pushkin fue un negro africano nacido en 1696 en Camerún. Secuestrado a los
7 años, arribó a Rusia comprado por otro bisabuelo, el de Tolstoy, al sultán de
Constantinopla y llegó a ser general de los ejércitos del Zar.
La novela El
moro de Pedro el Grande, sobre su antepasado, nunca fue acabada por el
escritor ruso, pero posteriormente la vida de Gannibal, que así se llamó por su
admirado y también africano Aníbal, fue relatada por Hugh Barnes en su libro de
2005, Gannibal: El moro de Petersburgo.
España estuvo
adelantada en esclavos negros e incluso en negros destacados procedentes de
Guinea y Etiopía. Mucho más en Sevilla donde hubo una Cofradía penitencial de
negros y mulatos, la popularmente conocida como "la de los Negritos",
desde el siglo XVI y otra de beneficencia desde dos siglos antes. "Eran en
Sevilla tratados los negros con gran benignidad desde los tiempos de don
Henrique Tercero, permitiéndoles juntarse a sus bailes y fiestas en los días
feriados, con que acudían gustosos al trabajo y toleraban mejor el cautiverio",
decía Diego Ortiz de Zúñiga en sus Anales, pero la verdad es que horrorizaba el
trato sexual con negros por la cosa de la herencia de la piel.
También hubo
negros muy destacados en España, si bien ninguno llegó a ser doctor en
Filosofía, aunque casi. Juan de Valladolid, por ejemplo, que fue mayoral de
fiestas de negros y mulatos en Sevilla en el siglo XV. Pero sobresale el
inteligente Juan Latino. Poeta, profesor, que se afirma llegó a catedrático, y
músico nacido en 1518 en Baena. Una vez manumitido se matriculó en la
Universidad de Granada llegando a ser conocido, se cree, por Juan Boscán,
Garcilaso de la Vega y el propio San Juan de la Cruz. Incluso aparece en los
versos de Urganda la desconocida antes del comienzo de El Quijote.
Pero esta es otra historia.
Pedro de Tena
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