Lavoisier, el físico aplastado
por la Revolución Francesa
La ciencia trata de definir el
kilogramo. Lavoisier comenzó esta tarea pero la Revolución Francesa consideró
que no necesitaba ni sabios ni químicos.
El kilogramo es la última unidad
del Sistema Internacional basada aún en un objeto construido por el hombre. Sin
embargo, la semana pasada David Newell, físico del Instituto Nacional de
Estándares y Tecnología (Gaithersburg, EE UU) ha asegurado el final de este
hecho: "Es la culminación de intensos esfuerzos realizados por
investigadores de todo el mundo". En el próximo año se espera consensuar
una nueva definición de "kilogramo" basándose en un principio físico.
Muy probablemente tenga que ver con la "constante de Plank".
En las últimas décadas, la
comunidad científica ha encontrado definiciones que hacen que las unidades no
dependan de objetos construidos de una forma arbitraria. Por ejemplo, el metro.
Durante muchos años se definió como la diez millonésima parte de la distancia
que separa el Polo de la línea del ecuador terrestre y fue materializado
posteriormente en un modelo de platino e iridio depositado en la Oficina de
Pesos y Medidas de París. El problema era la falta de estabilidad. Como es
lógico, las pequeñas fluctuaciones de temperatura o incluso el desgaste del
material hace que "el metro" fuera tomando valores ligeramente
diferentes.
Para solucionar este problema, la
comunidad científica se afanó en buscar una definición que no dependiera de un
modelo fabricado. En la actualidad, un metro es la distancia que recorre la luz en el vacío
durante un intervalo de 1/299.792.458 segundos. De esta forma, no habrá
alteraciones. Por fin un metro será siempre un metro.
Sin embargo, lo que ahora se ha
resuelto con trabajo y consenso, hace unos siglos acabó en sangre.
Lavoisier y la Revolución
Francesa
A finales del siglo XVII la Revolución
Francesa estaba en pleno apogeo. Los eslóganes de igualdad, libertad y fraternidad
inundaban todos los foros. El Estado empezaba a adquirir una presencia social
arrebatadora y decidió hacer una demostración de buenismo. Encargó la
normalización de las unidades de peso en una demostración de hermanamiento con
los otros países.
Por aquél entonces Lavoisier era
miembro de la Academia de Ciencias y fue elegido como uno de los integrantes de
la comisión para establecer un sistema uniforme de pesas en 1789. Pocos años
después, se estaba en el camino de determinar con gran exactitud que el
kilogramo era la masa de un litro de agua destilada a una atmósfera de presión y 3,98°C. Pero todo ese esfuerzo no le valió de
mucho. En 1793 Antoine Lavoisier fue arrestado por pertenecer al cuerpo de la
Ferme Générale, una institución fiscal muy relevante en la Francia anterior a
la Revolución que se dedicaba a recaudar impuestos para la Corona.
Con la llegada al poder de Robespierre,
la Revolución se radicalizó y el odio hacia los recaudadores generales se
desató. Lavoisier fue juzgado y sentenciado a la guillotina. Numerosos amigos y
científicos intentaron interceder apelando a su prestigio y valía. Fue entonces
cuando el juez revolucionario pronunció una frase que pasaría a la historia:
"La República no necesita ni sabios ni químicos".
Tras la ejecución del matemático,
Lagrange escribió amargamente: "Sólo ha hecho falta un instante para
cortarle la cabeza; pero Francia no será capaz de producir otra semejante en un
siglo".
La estupidez humana queda
demostrada diariamente, pero las atrocidades que los estados de todas las
épocas han perpetrado en nombre del bien común disuelven la estupidez de los
individuos como un azucarillo en la lava de un volcán.
Juan Manuel Sabugo 2015-10-29
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