Una asignatura rentable
«Hay que enseñar a los niños Filosofía desde los seis años»
Fundador del New College of the Humanities, de Londres, escritor y editor
de más de treinta libros, columnista de los prestigiosos «The Guardian» y «The
Times», y también miembro del Foro Económico Mundial. Si con alguien es
obligado hablar sobre el bien, el sentido de la existencia y la importancia de
la filosofía en la educación, es con Anthony Grayling, que acaba de pasar por
Madrid para impartir una charla a los alumnos del King’s College.
—¿Cuándo hay
que empezar a enseñar Filosofía en las aulas? —Desde el principio. A los seis
años se puede enseñar a pensar a un niño de una manera filosófica. Podemos ir a
clase y preguntarles a los pequeños: ¿dónde está el agujero cuando te comes el
dónut? Y que busquen diferentes respuestas a través del razonamiento; así
comenzarán a entender la importancia de cuestionarse las cosas que no son tan
obvias. La Filosofía debería ser obligatoria en la escuela porque nos hace
reflexionar sobre el sentido del ser humano, de la sociedad y de nuestro lugar
en el mundo. Otra cosa es que sepamos explicarla bien y que inspiremos a los
estudiantes. Los ingleses tenemos un dicho: puedes llevar el caballo al agua,
pero no puedes hacerle beber». Ese es el problema, ser capaces de que aprecien
la importancia que tiene la Filosofía para sus vidas. —Pero... ¿a nivel
laboral, merece la pena estudiar Filosofía? —Cuando hablamos con empresarios,
como hacemos en el New College, nos dicen que les gustan los filósofos porque
son gente que sabe pensar, que puede gestionar problemas complejos y encontrar
soluciones creativas. Un máster en Filosofía puede ser muy rentable para un
graduado en Derecho, Marketing o Periodismo, o para profesores. En cualquier
caso, la Filosofía se centra en el pensamiento, en la fuerza de los argumentos,
en ser capaz de entender los puntos de vista de otro, no en los procesos
productivos. En su ensayo sobre la Ilustración, Kant dice que en todas partes
oye decir al recaudador de impuestos «paga»; al policía, «obedece»; y al
sacerdote, «cree». Pero no oye a nadie decir «piensa». Una vez que empezamos a
pensar, comenzamos a ser independientes y a ser capaces de ver a los demás como
realmente son.
—¿Y cómo somos? —Fundamentalmente buenos, y es fácil de demostrar. ¿Por qué
todos los periódicos hablan de guerras, asesinatos, conflictos y otras
terribles noticias? Porque es noticia. Porque no es lo normal. Porque lo normal
es que haya millones de buenas cosas que pasen en el mundo cada segundo.
—¿Cuál es el sentido de la vida? —El que tú quieras para tu vida. Hay que
desterrar la falsa premisa de que hay un sentido para todos. Sócrates decía que
la vida que merece la pena es la que tú has pensado y la que tú has elegido.
Porque amas la música, a los animales, las montañas, la pintura, la
escritura... Las cosas profundas son muy simples, aunque a veces no son fáciles
de conseguir porque hay que vencer muchos obstáculos. Pero esto hace la vida
como un poema, que puede ser muy hermoso incluso a pesar de tener que someterse
a la métrica. —Si tuviese que salvar solo un libro para que la civilización
empezase de nuevo, ¿cuál elegiría? —«Ética a Nicómaco», de Aristóteles. Porque
este libro, que habla del bien, tiene dos capítulos hermosos sobre la amistad.
Si llegas a ser amigo de tus padres, de tus hijos, de tu pareja... tu vida será
un éxito. La amistad es uno de los logros más completos que puede conseguir el
hombre en su vida. Es una de las dos claves de la felicidad. La otra es la
creatividad.
ALEJANDRO CARRA ABC 7.12.15
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