10/7/14

Facebook y la ética



Facebook lo sabe todo de cada uno de sus usuarios. Manipulación de 689.003 cuentas de usuarios sin su consentimiento, para la extracción de estadísticas sobre el comportamiento humano. Extracción de profundos perfiles psicológicos de personalidad. Base para la mejora de servicios publicitarios, fuente de extraordinarios ingresos. Demostración de lo manipulables que somos. Juega con nosotros como si fuéramos cobayas. Al ser gratuito, somos el precio. Traspaso de los límites éticos también en el terreno de la salud.

Facebook: un negocio de 1.300 millones de cobayas humanas
La manipulación de los datos de los usuarios con fines experimentales abre un debate ético sobre la red social
Según los expertos «Subyace la idea de que si los productos de internet son gratuitos, los datos de los usuarios son el precio»
Facebook lo sabe todo de sus usuarios. En el mismo instante en el que una persona le da al botón «me gusta», ese simple gesto se guarda y monitoriza en alguna parte de la arquitectura de la red social. Porque debajo de los datos que proporcionamos (gratuitamente) hay un búnker de información demasiado seductor como para pasar de largo.
Puede que muchos usuarios no sean conscientes de que, más allá de ser un práctico muro en el que subir imágenes de viajes o desahogarse con las palabras, Facebook es también una profunda fuente de datos para los investigadores académicos, tanto dentro como fuera de la empresa. Una verdadera mina de oro. El negocio del siglo, a todos los efectos. No olvidemos que, a día de hoy, nadie le hace sombra; es la mayor red social del mundo gracias a sus más de 1.300 millones de usuarios, un tercio de la población global.
Después de todo, no hay más que pensar en la vasta y fiable información que millones de personas regalan libremente a este lugar, ya que lo que comentan es su propia vida. Y, para colmo, lo hacen de forma inconsciente. Un inocente comentario supone a la compañía la oportunidad de beber del manantial de la sabiduría. Y sí, Facebook lo sabe todo de usted, lector, no solo su nombre, su edad y los centros educativos por donde ha pasado, sino también los lugares que visita, su ideología, su estado emocional y todo tipo de aficiones y gustos que, al final, sirven de base al negocio. ¿No ha pensado por qué a usted, que en su biografía está «casado», no le aparecen anuncios de páginas de ligues como su amigo que se define como soltero?
Estamos ante un lugar muy goloso para poder extraer estadísticas sobre el comportamiento del ser humano. Así ha quedado demostrado tras conocerse la manipulación de 689.003 cuentas de usuarios para elaborar un estudio psicológico en colaboración a dos universidades norteamericanas (Cornell y San Francisco). La conclusión de la investigación fue que existe un «contagio emocional» sobre nuestras reacciones. Para comprobar esta tesis, a un grupo se le enviaba más noticias positivas o negativas. Se realizó sin el consentimiento ni aprobación del usuario.
Desde al menos el año 2008 la plataforma dispone de su propio centro de investigación para recolectar y analizar los datos de usuario. «Con toda la información que le damos a Facebook un buen analista sería capaz de extraer perfectamente perfiles psicológicos a un nivel de profundidad como nunca se ha hecho», reconoce Manuel Chao, responsable del departamento de SEM de la agencia de marketing online Hello, al tiempo que duda de si es positivo el sacrificio de la ética en función de un estudio estadístico.
Aunque gran parte de estos análisis sirven de base para la mejora de servicios publicitarios (la empresa ingresó 2.509 millones de dólares en 2013), Facebook también ha utilizado sus datos para alimentar una serie de estudios académicos sobre temas de relevancia social.
«Facebook es una red muy emotiva. Es nuestra vida privada la que exponemos ahí. Lógicamente, tiene un impacto en la forma en la que nos sentimos. Aunque sea legal –porque se aceptan voluntariamente las condiciones de uso en el momento de ingresar–, no ha sido muy ético», señala a ABC Ismael El-Qudsi, responsable de la agencia Internet República, especializada en medios sociales, quien añade que lo que se ha demostrado es «lo manipulable que somos».
«Juega con nosotros»
«Subyace la idea de si los productos de internet deberían ser de pago para que el usuario pueda tener ciertos derechos. Al ser gratuito tú eres el precio. Facebook está jugando con nosotros como cobayas, para ver nuestros comportamientos», añade el experto, quien precisa que «el valor de Facebook es ser capaz de manipular a la gente a su antojo».
«El modelo de negocio está clarísimo. Me sorprende que la gente se sorprenda. Detrás de este experimento ha habido una investigación académica. Son experimentos necesarios para comprobar cómo se comporta la gente y conocer las palancas que nos mueven. Facebook, ahora, está en el punto de mira, pero como socióloga no puedo verlo mal. Está poniendo a nuestra disposición una herramienta por la que no pagamos, encima es gratis, ¿y pensamos que no van a hacer nada?», manifiesta Silvia Leal, directora del departamento de Tecnología del Instituto de Empresa.
En ese potente recolector de información llamado Facebook trabajó Jeff Hammerbacher, uno de los fundadores de la firma de análisis de grandes datos Cloudera, que investigó acerca de la forma en la que los usuarios consumen los anuncios. Una prueba de que la red social sirve para análisis de mercado, sociológicos, académicos e incluso médicos.
Perfiles sanitarios
Por eso no es de extrañar que se haya comenzado a aplicar los datos de Facebook a analizar la vida sanitaria de las regiones. De hecho, varios expertos de la red social y laboratorios de genética colaboran para ayudar a los médicos a hacer predicciones personalizadas sobre sus pacientes. Tras conocerse esta aplicación de las cifras, las críticas no han dejado de aparecer. El centro de investigación Electronic Privacy Information Center denuncia que en el momento del estudio, la política de uso de Facebook no recogía que los datos se iban a utilizar con fines de investigación. Cuatro meses después sí lo hizo.
6 jul. 2014  ABC   J. M. SÁNCHEZ

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