Libre
albedrío. voluntad, conciencia moral, determinismo, capacidad de decidir, libertad,
responsabilidad, culpabilidad, virtud, vicio, ética, saber y virtud,
determinismo, indeterminismo, el yo o identidad personal… : Todos estos
conceptos y algunos más en esta breve reflexión de Arcadi Espada.
El
neurobiólogo Dick Swaab, un hombre muy popular en Holanda, decía ayer en este
periódico cosas de gran interés. Todas ellas
vinculadas con su afirmación central de que el cerebro humano tiene una capacidad
plástica bastante más limitada de lo que cree el optimismo popular, en especial
en aquello que afecta a sus competencias hard, sean la inteligencia o el sexo
que nos gusta. Por concretar: que los gays no pueden curarse, no solo porque no
hay nada que curar, sino porque no pueden dejar de ser gays. No he leído aún el
libro donde Swaab desarrolla sus tesis, pero sospecho que sus opiniones sobre
determinado tipo de criminales no serán tampoco muy favorables a ese optimismo
popular. Y, sin embargo, son profundamente optimistas, en la medida que el
conocimiento puede hacernos optimistas. Parece una afrenta que la Naturaleza
haya hecho a las personas más o menos inteligentes. Todas las doctrinas,
básicamente de la izquierda, que se han especializado en la negación de la
naturaleza humana consideran de tal calibre la afrenta que simple y rudamente
se han negado a admitirla. Obviando que la primera condición para la superación
de la injusticia es su reconocimiento. Del mismo modo las afirmaciones de Swaab
sobre la homosexualidad ridiculizan una ética sin ciencia. Y la hacen
repulsiva: baste pensar en el enorme sufrimiento derivado de la concepción de
la homosexualidad como vicio, un sufrimiento que se extiende todavía entre las
zonas más perras de nuestro mundo.
De
Swaab y de tantos de sus colegas se deduce la necesidad de sincronizar el deber
con el saber, de un cambio en lo que podríamos llamar, con cierta campechanía,
la manera de tomarse la vida. La corriente central de la psicología no
meramente recreativa va erosionando lenta e implacable el concepto de la
responsabilidad individual. Es dificilísimo imaginar una sociedad (¡y ya no
digamos un periodismo!) donde vacile la idea de la culpa y donde la conducta se
emancipe de lo que hemos llamado voluntad. Pero también era difícil imaginar en
el año 1 dC una sociedad donde los dioses ocuparan el rincón que ocupan en la
nuestra. Es delicado aconsejar a los hombres que rebajen sus expectativas sobre
el protagonismo del yo y se acostumbren a un yo espectador que observa con un
punto de resignación cínica lo que ocurre en la pantalla, allí donde lucha con
la vida alguien que se le parece extraordinariamente. Es delicado, pero relaja.
Arcadi
Espada 13.2.14
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