Detalle de Efectos del buen gobierno de la ciudad (1338-1340), de Ambrogio Lorenzetti. |
Interesante artículo (del que sólo adjunto una
parte), en el que se reflexiona sobre las razones de la prosperidad o la
pobreza de los países. La tesis que se defiende es que no es la mayor
riqueza natural de un país la razón de su bienestar, sino sus instituciones, su
dirección política. Hay muchos países con una enorme riqueza natural pero con un
gran atraso y al revés. A los ejemplos que aparacen en el artículo podríamos
añadir muchos otros.
La alegoría del buen gobierno
Hay que
preguntarse qué se hace bien en Noruega, 496 veces más rico que Burundi
Cuando los hermanos Lorenzetti pintaron los grandes
frescos La allegoria del Buon Governo e del Mal Governo, sobre tres
paredes de la gran sala del Palazzo Pubblico de Siena, entre 1338 y 1340, es
probable que no fueran conscientes de realizar la obra más grande del
Renacimiento italiano; pero sabían sin duda que su planteamiento era
revolucionario, en ruptura conceptual y temática con el arte religioso gótico
del siglo XIV. Su pintura detallada de la vida civil toscana, como resultado
socio político del modo de gobernar, estalla como un acto de acusación. El Buen
Gobierno es la buena administración tanto de la ciudad como del campo, un
bienestar evidente de todas las clases sociales, de ciudadanos pacíficos, una
agricultura próspera, la paz exterior. Del Mal Gobierno nace el crimen, la
rapacidad, la enfermedad, el desorden, la traición, la división, ciudadanos mal
alojados y el campo abandonado. Los dos artistas del siglo XIV aportaron su
respuesta ilustrada y suntuosa a un problema que hasta hoy se sigue debatiendo.
El problema surge con evidencia cuando una división
abstracta, una frontera política, corta en dos una misma tierra y un mismo
pueblo. ¿Por qué la provincia de Nogales, en Arizona (Estados Unidos) ha de ser
infinitamente más rica que la provincia de Nogales en Sonora (México), si solo
una delgadísima frontera las separa? ¿Por qué la hambruna cunde en Corea del
Norte mientras que Corea del Sur está por adelantar en su tecnología a Estados
Unidos y Japón? Si una se desarrolla y la otra no, es a causa de sus
instituciones, no por su riqueza natural. Es la respuesta que dan Daron
Acemoglu y James A. Robinson en el libro What makes countries rich or poor?
(¿Qué hace a los países ricos o pobres?). Pregunta tal vez más
pertinente que nunca hoy, cuando el país más rico del mundo, Noruega, es 496
veces más rico que el más pobre, Burundi.
Así, uno podría pensar que los países ricos en
recursos naturales del subsuelo (petróleo, diamantes), o del suelo (café,
maderas preciosas) son más ricos, por consiguiente más desarrollados, que los
países pobres en recursos naturales; pero lo que sucede es lo contrario.
Diamantes y petróleo, por ejemplo, no han engendrado sino corrupción, guerras
civiles, inflación, carencia educacional y miseria en países como el Congo o
Nigeria, e incluso el empobrecimiento de países como Sierra Leona. El Congo es
un caso extremo: país riquísimo en materias naturales, todas ellas explotadas
por compañías extranjeras, cuarto país productor de diamantes y con el 80% de
las reservas de coltán (mineral óxido indispensable en la electrónica puntera),
es hoy el país más pobre de África, inmerso en guerras civiles y una esperanza
de vida de 48 años. Por otra parte, estos u otros países con Gobiernos
inestables, ávidos o incompetentes, agotan sus reservas naturales, como Haití,
Ruanda, Burundi o Madagascar, y viven en una pobreza endémica. En cambio Trinidad
y Tobago, mejor dotados en líderes e instituciones, han evitado el pillaje y el
despilfarro y han alcanzado un nivel comparable al de su excolonizador, Gran
Bretaña. Varios países colonizados por potencias occidentales y que han perdido
sus instituciones ancestrales, más eficaces, se encuentran más empobrecidos que
antes, al acabar la colonización.
¿Qué es un “buen gobierno”? Sería un Gobierno con
“buenas instituciones”. Con buenas instituciones, las personas están motivadas,
el pago de su trabajo está protegido, la corrupción sofocada, la inflación
controlada, las inversiones más o menos garantizadas y la parte retenida por el
Estado utilizada con justicia para el bien común. “Las investigaciones
académicas demuestran que una vez controlado correctamente el efecto de las
instituciones, nada indica que los factores geográficos tengan hoy un impacto
significativo en la prosperidad”, escriben los autores (...)
Buen Gobierno, buenos resultados; mal gobierno,
malos resultados —pintaban los hermanos Lorenzetti en el siglo XIV—.
Nicole Muchnik
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