En el artículo que adjunto, J. Sampedro habla sobre
una disiciplina llamada ciencia social computacional. Esta nueva disciplina, en
terreno de la Psicología y de la Sociología, tiene el objetivo del conocimiento
de nuestras características individuales
–como etnia, edad, sexo, tendencias sexuales, rasgos de personalidad, estado de
ánimo…- tomando como base nuestras entradas y los dafos que dejamos en las redes sociales y las páginas web . El fin último es el del marketing. Si todo acabara aquí, posiblemente
no habría nada que decir porque no se atenta principios legales. El problema
está en que con el conocimiento de esta información se accede a datos muy
personales y a que su uso puede llevar a consecuencias inaceptables para las
personas que han sido “seguidas”.
Sin intimidad en la era de Facebook
Los ‘me
gusta’ de la red social pueden deducir la etnia, la orientación sexual o la
ideología
Las redes sociales contienen un arsenal de
información sensible de cada uno de nosotros, casi siempre sin que seamos
conscientes de que la estamos facilitando, incluso aunque estemos convencidos
de que la estamos ocultando. Ya se sabía que la lista de amigos de un usuario
de Facebook revela muchos datos sobre él, y hoy le toca el turno a los
inocentes 'me gusta' que uno pincha aquí y allá en los ratos libres. Michal
Kasinski y sus colegas del Centro de Psicometría de la Universidad de Cambridge
han desarrollado un modelo matemático que permite deducir así la etnia, la
orientación sexual, las tendencias políticas y las creencias religiosas de
cualquier persona. El caso Facebookleaks está en marcha.
El modelo de Kasinski y sus colegas es un verdadero
lince: acierta si un hombre es homosexual o heterosexual en el 88% de los
casos; si una persona es de origen africano o caucásico en el 95%; si es de
izquierdas o de derechas en el 85%. Hay otros atributos que también se pueden
deducir, pero con menos precisión, como los rasgos de personalidad, la
inteligencia, el grado de felicidad, el estado civil de los padres o la
drogadicción. El trabajo se presenta en Proceedings of the Nacional
Academy of Sciences.
El trabajo no es una ocurrencia anecdótica de tres
científicos chiflados. Es solo la última muestra de toda una nueva disciplina
llamada ciencia social computacional que se dedica a extraer información
personal de las redes sociales. Uno de sus principales objetivos –o al menos
uno de los que mejor se sirven para financiar sus experimentos— es el marketing
dirigido (u 'objetivo', como se llama a veces), los sistemas de “recomendación”
personal y las máquinas de búsqueda personalizada, todo ello en Internet.
Los autores admiten, sin embargo, que “la
disponibilidad generalizada de información sobre el comportamiento individual,
junto con el deseo de aprender cada vez más sobre los consumidores y los
ciudadanos, plantea graves desafíos en el terreno de la intimidad y la
protección de datos”.
Kasinski cita un ejemplo elocuente. Hace unos años,
una de las principales cadenas norteamericanas de comercio por Internet utilizó
los datos de sus clientes –quién había comprado qué cosa en qué fecha— para
adivinar los embarazos de las clientas. Cuando una empieza a interesarse por
las páginas de patucos y a encargar el último número de Ser
padres, ya está retratada en los algoritmos. La intención de la cadena comercial
era lícita, o al menos legal: freír con publicidad de artículos prenatales al
selecto grupo de las clientas embarazadas, y en las fechas adecuadas, en lugar
de irritar a todo el mundo y a todas horas con anuncios improcedentes. Un
ejemplo del marketing dirigido, u objetivo, citado más arriba.
Las estadísticas sobre las páginas web que uno
visita permiten predecir la edad, el sexo, o el nivel educativo de la persona
“Pero también podría desenlazar una tragedia”,
advierte Kisinski. “Por ejemplo, si revelara a la familia el embarazo de una
mujer soltera en una cultura donde esto sea inaceptable”.
No es la primera vez, ni mucho menos, que los sociólogos
computacionales explotan los secretos ocultos entre la letra pequeña de Facebook y otros portales
públicos. Las estadísticas sobre las páginas web que uno visita, por ejemplo,
permiten predecir su edad, sexo, profesión, nivel educativo y varios rasgos de
su personalidad. También se ha deducido mucha información personal a partir de
las colecciones de música (como las listas de reproducción que uno guarda en Spotify o iTunes), el lenguaje que uno usa
en sus tuits y la lista de amigos en Facebook (en una reedición digital del
viejo dime con quien andas…). La nueva investigación utiliza los Me gusta
que uno pincha mientras navega por Facebook.
Los 'me gusta' han resultado una mina de oro
íntimo. La gente puede pinchar 'me gusta' para celebrar la última ocurrencia de
un amigo suyo, o de cualquier otro, una foto, o un producto comercial, también
deportistas, escritores o pianistas, y por tanto las cosas que a uno 'le
gustan' revelan pautas sobre todos esos apartados.
Kasinski propone de forma explícita algunas
aplicaciones comerciales de estas técnicas. Una compañía de seguros, por
ejemplo, puede saber cuáles de sus potenciales clientes son neuróticos y cuáles
estables emocionalmente, y así dirigirse a los primeros vendiéndoles los
valores de la seguridad, y a los segundos los peligros de la vida moderna.
También podrían subirle la póliza a los depresivos, aunque Kasinski no menciona
esta posibilidad.
Pero el científico reconoce las posibles
consecuencias dañinas de estos modelos, porque “pueden aplicarse a enormes
muestras de gente sin obtener su consentimiento, y sin que siquiera lo sepan”.
Pues ya lo saben.
Kasinski y otro de los autores del trabajo, David
Stillwell, facilitan una demostración de la predicción de la personalidad a
partir de los me gusta de Facebook. Stillwell es propietario
de la aplicación myPersonality en Facebook y ha hecho públicos todos los
resultados aquí.
Javier Sampedro
Its really awesome try more : spotify and hulu
ResponderEliminar