Óvulos
y esperma de laboratorio, el último dilema ético
Desde que se aprendió a
reprogramar el reloj biológico de las células adultas, una técnica que permite
transformar una célula de la piel o de un cabello en una neurona o en
cualquiera de los 220 tipos celulares que componen el organismo, la medicina
regenerativa es una de las grandes esperanzas del siglo XXI. El hallazgo de
esta herramienta logró además zanjar de un plumazo el eterno debate sobre la
utilización de células madre embrionarias. Ya no era necesario destruir
embriones para intentar curar porque se conseguía el mismo objetivo utilizando
células adultas de nuestro propio organismo.
Pero esta poderosa técnica
que nos permite soñar con restaurar corazones o crear riñones para trasplante,
es la misma que permite fabricar óvulos y espermatozoides, una línea roja que
trazan algunos expertos en bioética.
¿Sería ético fecundar una
mujer con un espermatozoide generado en el laboratorio? «Yo nunca daría permiso
para un experimento de este tipo», sentencia César Nombela, miembro de la
Comisión de Control y Seguimiento sobre la Donación y Uso de Células y Tejidos
Humanos del Ministerio de Sanidad. Nombela considera que no es lo mismo el
propósito de la medicina regenerativa cuando se trata de regenerar un órgano
dañado que fabricar un gameto humano del que puede nacer un ser vivo.
En su opinión, no es
«éticamente aceptable» y advierte sobre los posibles riesgos. «Se parte de una
célula envejecida, modificada con genes, que puede arrastar cambios genéticos
no controlables que hoy son impredecibles».
A Federico Montalvo, jurista
y miembro del Comité de Bioética de España, la creación de óvulos y
espermatozoides en el laboratorio no le plantea recelos éticos. «Se parte de
células adultas, no embrionarias, y el fin es paliar un problema de
infertilidad del varón. Inicialmente, no veo ningún dilema», explica a ABC. Sí
cree que la fecundación con estos gametos artificiales representará un salto
importante en medicina reproductiva, por lo que la seguridad, recuerda, es
clave. «Lo importante en esta investigación no es el debate ético sobre
creación de la vida con estos gametos, sino que se garantice la seguridad del
proceso y no haya riesgos para el futuro niño».
No se corrige la fertilidad
La catedrática Natalia López
Moratalla, presidenta de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica,
pone objeciones científicas que también son morales. «¿Por qué no se plantea un
tratamiento que trate la infertilidad? La infertilidad masculina es un problema
genético. Si se generan espermatozoides a partir de un varón estéril, el niño
que nazca heredará ese mismo problema. La responsabilidad científica debería
ser hacer un diagnóstico y encontrar un tratamiento que cure», advierte.
A López Moratalla también le
preocupa que se utilice esta técnica para contar con una fuente inagotable de
espermatozoides que engorden los bancos de esperma de las clínicas de
reproducción asistida.
27 abr. 2016 ABC N. R. C. MADRID
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