Dimitar Peshev |
El artículo que sigue describe una muestra de conducta moralmente ejemplar,
la de la oposición de la sociedad búlgara a la persecución de los judíos de ese
país por parte del nazismo en la época de la IIª Guerra Mundial. En esa
oposición participaron diputados del Parlamento, el Rey del país, la Iglesia y
gran parte de los ciudadanos. Hoy, Día de los Derechos Humanos, alegra ver cómo
siempre encontramos personas valientes y generosas dispuestas a luchar por sus
derechos y, como en este caso, por los derechos de otras personas.
Asesinados por los comunistas tras salvar a los judíos de los nazis
(…) la extraordinaria reacción de la sociedad
búlgara frente a las reivindicaciones antisemitas del Tercer Reich. (…).
43 diputados se enfrentaron al antisemitismo
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, el país
balcánico permaneció neutral, aunque en realidad ya estaba bajo la influencia
de la Alemania nazi que determinaba en gran medida la política interior y
exterior búlgara. En 1941, ante la presión y las amenazas del Tercer Reich, el
gobierno de Bogdan Filov se vio obligado a promover la Ley para la protección de la nación, que limitó los
derechos de los casi 50 000 judíos que vivían en Bulgaria. Esta nueva ley
precisaba quién debía ser considerado judío, les restringía el derecho a elegir
el lugar donde vivir y el de poseer bienes inmobiliarios, así como estableció
cuotas judías para algunas profesiones.
Las condiciones de vida de los judíos empeoraron aún más en otoño de 1942,
cuando fue creado el Comisariado de Asuntos Judíos, que fue establecido para
implementar y agilizar la aplicación de la legislación antijudía. Su jefe fue
Alexandar Belev, uno de los pocos antisemitas que había en Bulgaria. En 24 de
septiembre de 1942, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania ordenó a
los gobiernos de Bulgaria, Hungría y Dinamarca a desterrar los judíos de sus
respectivos territorios.
Así pues, para acelerar el proceso de la deportación, a principios del 1943
llegó a Sofía Theodor Dannecker, el militar nazi de las SS que había llevado a
cabo la deportación de los judíos franceses a los campos de exterminio. Junto
con Alexandar Belev, Dannecker preparó un acuerdo para la deportación de 9000
judíos de los territorios pertenecientes a Bulgaria. El 8 de marzo, con el
apoyo del primer ministro Filov, Belev ya había conseguido la detención de más
de 9000 judíos búlgaros.
Los rumores sobre la deportación de judíos le llegaron al vicepresidente
del Parlamento, Dimitar Peshev, y a otros diputados parlamentarios, que al día
siguiente amenazaron al ministro del Interior Gabrovski, de que si no cancelaba
la deportación, ellos provocarían una crisis parlamentaria y nacional. Según
fuentes de la época. Peshev y un grupo de diputados rechazaron salir del
despacho del ministro hasta que él no diera órdenes de liberar a los detenidos.
No obstante, Peshev sabía que la batalla todavía no estaba ganada y al día
siguiente presentó en el Parlamento una carta firmada por 43 diputados, en la
cual se condenaba explícitamente la política "racista y
discriminatoria" del Gobierno hacia los judíos.
Estos diputados decidieron, además, hacer pública su declaración, y así
lograron otro de sus grandes objetivos- informar a la sociedad búlgara de lo
que estaba sucediendo para provocar sus indignación y manifestaciones contra
las políticas antisemitas.
El entonces embajador del Tercer Reich en Bulgaria, Bekerle, destaca en un
informe al Ministerio de Exteriores alemán que la sociedad búlgara fue un gran
obstáculo para la realización de la operación, ya que "los búlgaros han
crecido con armenios, griegos y gitanos, y por eso no ven ningún defecto en los
judíos".
Filov y Belev, los únicos verdaderos aliados de los nazis, consiguieron que
Dimitar Peshev fuera expulsado del Parlamento junto con los diputados que
renunciaron a retirar sus firmas del documento. Sin embargo, el 10 de marzo de
1943, el acuerdo de aportación de Belev fue cancelado de manera oficial por el
rey Boris III.
Los salvadores , ejecutados por los comunistas
A pesar de arriesgar su propia vida para salvar a sus compatriotas de
origen judío, los 43 diputados no fueron asesinados por los nazis, sino por los
comunistas, que llegaron al poder el 9 de septiembre de 1944. Tal y como
informa el historiador y filósofo, Tzvetan Todorov, el nuevo régimen de
izquierda trató de reescribir la historia para atribuirse el mérito de la
salvación de los judíos búlgaros.
El creado por los comunistas Tribunal Popular condenó a muerte y ejecutó 20
de los 43 diputados mientras que otros fueron condenados a cadena perpetua. El
líder de las protestas antinazis en defensa de los judíos, Dimitar Peshev, fue
condenado a 15 años de prisión. A finales de los 70, los comunistas incluso
intentaron lanzar la candidatura del dictador Todor Zhivkov para el Premio
Nobel de la Paz por su supuesto papel decisivo en la salvación de los pueblos
búlgaros.
El rey y la Iglesia, los otros protagonistas
"El rey no ocultaba en absoluto lo disgustado y decepcionado que se
sentía con las medidas antisemitas. En todas sus conversaciones privadas, Boris
expresaba su malestar hacia el trato discriminatorio de los nazis hacia los
judíos" escribe en sus Memorias Stefan Gruev, el jefe del gabinete
de Boris III. El monarca búlgaro no aceptaba las políticas antisemitas y
también desempeñó un papel decisivo para la salvación de los judíos, ya que era
la única autoridad política con competencias para anular decisiones del
gobierno.
En 1942, el Tercer Reich ordenó la inmediata deportación de los más de 49
000 judíos búlgaros. No obstante, ante las presiones del embajador alemán,
Bekerle, el rey búlgaro volvía a responder una y otra vez que no todavía no se
deportarían judíos a campos de concentración, porque la mano de obra judía era "imprescindible
para la construcción de carreteras, edificios y puentes", y que su
deportación supondría "una grave pérdida económica para el país".
Así pues, el rey ganó tiempo suficiente para trasladar a todos los judíos
de las grandes ciudades a pequeños y desconocidos pueblos, donde era difícil
que los encontraran los nazis. Las acciones del monarca fueron duramente
criticadas por un informe que el embajador nazi Bekerle envió inmediatamente a
Berlín.
Por otro lado, en 1942, año en que empeoraron drásticamente las condiciones
de vida de los judíos, la Iglesia Ortodoxa también se enfrentó a los planes
nazis. El mitropolita Stefan de Sofía abrió las puertas de todas las iglesias y
monasterios del país para refugiar a los judíos búlgaros. Por su parte, el
mitropolita Kiril de Plovdiv anunció que se tumbaría en las vías ante el primer
tren que llevara judíos deportados de su región.
Además, el 16 de marzo de 1943, unos días después del primer intento de
deportación de judíos búlgaros, se celebró el Concilio Extraordinario de la
Iglesia Ortodoxa de Bulgaria, en el cual todos los mitropolitas se mostraron en
contra de la deportación de judíos del país, y condenaron la Ley para la protección de la nación, a
la que consideraban "una ley racista y anticristiana". Al final
del Concilio, los mitropolitas declararon que la Iglesia Ortodoxa no iba a
dejar de ayudar a las personas necesitadas, incluidos los judíos. "Para
Nuestro Señor todos somos hijos del mismo padre celestial" han dejado
claro los representantes eclesiásticos en su declaración pública.
El 5 de abril de 1943, Bekerle y Adolf Hoffman enviaron un nuevo informe a
Berlín en el que culparon del fracaso de la deportación de los judíos búlgaros
al rey Boris III, los 43 diputados y a la Iglesia Ortodoxa. Boris III dio un
definitivo "no" al embajador alemán al asegurarle que "Bulgaria
resistirá cualquier tipo de presión a la hora de rechazar la deportación de los
judíos de los territorios del país. Durante la Segunda Guerra Mundial, Bulgaria
y Dinamarca fueron los únicos dos países que salvaron a sus judíos de los
campos de exterminio nazi.
Radoslav Yordanov
http://www.libertaddigital.com/internacional/europa/2013-12-07/asesinados-por-los-comunistas-tras-salvar-a-los-judios-de-los-nazis-1276505909/
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