CÓMO POTENCIAR LA INTELIGENCIA
ACABO de publicar un libro
titulado Cinco consejos para potenciar la inteligencia, en el que explico eso,
cómo potenciar la inteligencia. La palabra inteligencia hospeda muchos
significados. Inteligencia es capacidad de síntesis. También saber distinguir
lo accesorio de lo fundamental. Es la capacidad para captar la realidad en su
complejidad y en sus conexiones. Pero hoy debemos hablar de inteligencias en
plural, pues son muchas las modalidades y a menudo entre ellas se llevan a la
gresca.
¿Cuáles son los tipos que
existen? Los mencionaré de pasada, para que el lector tenga una visión
panorámica: teórica, práctica, social, analítica, sintética, creativa,
discursiva, emocional, auxiliar (que es de la que se ocupa mi libro),
matemática, científica, artificial, fenicia, espontánea, provocada… e
inteligencia para la vida. Cada una tiene su propio perímetro y a la vez se
conectan entre ellas formando una red rica y compleja.
En este artículo me voy a
ocupar de una modalidad: la auxiliar. Se trata de aquella modalidad de la
inteligencia que tiene unos instrumentos que potencian la inteligencia básica y
la elevan de nivel. Esos componentes son cinco: orden, constancia, voluntad,
motivación y espíritu de observación y tomar nota. Se trata de una serie de
ingredientes que se esconden en la personalidad, que no se ven desde fuera,
pero que tienen una enorme importancia a la hora de sacar lo mejor de uno
mismo. Constituyen lo que podemos llamar la cultura del esfuerzo. Voy a
explicarlos:
El orden es el placer de la
razón. Posee muchos matices y ofrece vertientes diversas. Es uno de los mejores
amigos de la inteligencia.
Orden en la cabeza: es lo
primero. El que no sabe lo que quiere no puede ser feliz. Tener una jerarquía
de valores bien establecida: saber lo que es importante, lo que es una
anécdota. Orden mental, en la cabeza y en la afectividad. En la forma de vivir,
de trabajar, de pensar… en las prioridades. Hay un orden oculto que toca a cada
uno descubrir. Tener claros los objetivos que uno quiere alcanzar y
trabajarlos.
Orden en la habitación o en
el despacho donde uno trabaja. Entrar en la oficina de alguien es hacerle un
retrato psicológico. El orden desprende armonía, equilibrio, serenidad. Que
cada cosa esté en su sitio, eso facilita todo y nos vuelve prácticos,
operativos. Según la compañía Priority Magnagment (USA), una persona media
gasta más de un año de su vida buscando cosas perdidas. El orden simplifica la
vida. Y aporta comodidad, eficacia, calma. Recomiendo el reciente texto de
Marie Kondro, La magia del orden, donde se pone sobre el tapete la enorme
importancia de todo esto.
Orden es aprender a tirar lo
que estorba. La psicóloga Dan-sha-ri, en su libro Ordena tu vida, insiste en la
paz que produce tirar cosas acumuladas que ya no sirven. Esto evita a la larga
el llamado síndrome de Diógenes, que consiste en la acumulación y colección de
cosas que desbordan a esa persona.
El segundo componente es la
constancia. Saber esperar y saber continuar. Insistir, perseverar, firmeza en
los propósitos, perseverancia en los planes propuestos. Dice Unamuno en su
«Diario íntimo»: «No darse por vencido, ni aun vencido; no darse por esclavo,
ni aun esclavo».
La voluntad es la joya de la
corona de la conducta, y el que la consigue tiene un tesoro. Es la cultura del
esfuerzo. Uno no hace lo que le apetece y lo que le pide el cuerpo, sino lo que
es mejor para uno. Voluntad es querer algo y poner todos los medios necesarios
para alcanzarlo. Capacidad para aplazar la recompensa. Voluntad es
determinación, afán decidido, propósito firme, intención sólida para conseguir
lo que uno ha deseado. Es la facultad para gobernar nuestro comportamiento de
forma libre y consciente. Una persona con voluntad llega en la vida más lejos
que una persona inteligente. Y una persona sin voluntad es como un niño
pequeño, tiranizado por lo que a uno le apetece en ese momento. Tener una
voluntad recia es uno de los indicadores más claros de madurez de la
personalidad. Y es que toda educación empieza y termina por la voluntad.
La motivación es lo que
empuja a lanzarse en una dirección, buscando una meta clara y bien delimitada.
Motivación es ilusión puesta al servicio de unos logros. Llegados a este punto,
quiero hacer una observación que me parece interesante: la diferencia entre
metas y objetivos. Las metas son demasiado generales, se diluyen; los objetivos
son medibles y podemos tener una contabilidad específica de cada uno de ellos.
Yel quinto consejo es la
capacidad de observación y tomar nota. No es solo fijarse en lo que uno ve,
sino apuntar para fijar ideas, hechos, cultura. Esto está poco desarrollado en
nuestra sociedad y el resultado no es bueno. Ir a una conferencia, a una
exposición, y no apuntar nada hace que aquello, al cabo de un breve tiempo, se
olvide y desaparezca de nuestra mente.
Los mejores alimentos para
elevar la inteligencia son:
1º. Enseñar a pensar.
Aprender a razonar con argumentos. Ideas sólidas, claras, terminantes, bien
fundadas. Y esto hay que aprenderlo desde jóvenes. Educar consiste en enseñar a
pensar; la cultura enseña a vivir.
2º. Cultivar la lectura. La
lectura es a la inteligencia lo que el ejercicio físico es al cuerpo. Se trata
de un hábito positivo que enriquece a la persona. Hoy vamos a contracorriente y
es en la familia donde se debe promover. Una de las principales puertas de la
cultura es la lectura. Nos lleva a la belleza interior.
3º. Saber hacer juicios.
Valorar los hechos que nos suceden y que vemos a nuestro alrededor para
distinguir lo positivo de lo negativo, lo valioso de lo que no lo es, lo
fundamental de lo anecdótico. Es saber dar a las cosas que nos pasan la
importancia que realmente tienen.
Inteligencia es saber
gestionar bien la trayectoria personal en sus grandes temas.
25 nov. 2016 ABC
ENRIQUE ROJAS CATEDRÁTICO DE
PSIQUIATRÍA
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