4/2/16

Podemos fabricar IA. ¿Queremos hacerlo?. Antonio Ruiz de Elvira



¿Por qué es posible la Inteligencia Artificial?
Hace 7 días murió Marvin Minsky, un científico visionario como los que se necesitan en la ciencia, llena hoy de rutinas y carente de innovación. Minsky sabía que la inteligencia no es algo infundido en unas criaturas desde fuera, sino algo que se desarrolla dentro de un cerebro basado en las conexiones neuronales. El número de neuronas de los cerebros humanos está fijado casi desde el nacimiento, e incluso ese número disminuye con la edad. Pero las neuronas en sí no son más que los biberones de las conexiones interneuronales; son estas conexiones las que, con la energía que proporciona el cuerpo neuronal, representan la memoria y con ella el conocimiento. Y las conexiones pueden aumentar sin límite hasta el momento de la muerte.

La idea de Misnky era recrear esto mediante circuitos electrónicos. Los circuitos en sí no representan mucho problema, más aún hoy cuando los chips están trabajando en el rango de los 7 nanómetros (en un metro hay mil millones de nanómetros, y en un litro, un cuadrillón (billón de billones españoles) de nanómetros cúbicos.
El problema de la IA es el software que debe hacer funcionar a los chips. Hoy los robots inteligentes ganan a los humanos en las tareas repetitivas y deterministas (ajedrez, Go) pero les cuesta aún mucho simular otros aspectos de la inteligencia humana.
Una enorme parte de nuestra inteligencia se basa en saltos mentales no deterministas. El lenguaje es una estructura con dos contenidos aleatorios: El lenguaje de cada persona es distinto del de las demás, y de ello surge una buena cantidad de los problemas sociales y personales. Además de que cada persona tiene un lenguaje propio que deriva de su contexto personal, los humanos somos capaces de llegar a conclusiones correctas partiendo de premisas muy borrosas, incluso contradictorias, por un mecanismo de imágenes retroalimentadas y autocorregidas.
La inteligencia humana duplica, en personas e intervalos de tiempo de 100 años, la misma aleatorieidad que logra, en la evolución biológica, la creación constante de nuevas especies. Pero para ello la evolución necesita miles de millones de mutaciones aleatorias, y millones de años para la selección natural.  En los humanos esto se realiza en las variaciones constantes del pensamiento y en intervalos de décadas en cada persona.
Los enfoques tradicionales de la IA se basan en esquemas generales y deterministas, y no puede ser de otra manera, pues no se quieren crear máquinas locas. Pero es la posibilidad de locura lo que es la característica de la inteligencia humana. Es dudoso que los animales lleguen en algún momento a volverse locos: Funcionan según reglas relativamente fijas y deterministas. Lo más probable es que en los animales, las conexiones neuronales queden fijas en un momento de sus vidas y no puedan romper algunas de esas conexiones para formar otras.
La inteligencia humana debe originarse en un cambio genético que permite a los humanos recombinar constantemente, hasta el momento de la muerte, las conexiones neuronales. Podemos unir la imagen de un torso humano con el cuerpo sin cuello ni cabeza de un caballo y crear un centauro en nuestras mentes, o con la cola de un pez y crear una sirena.
Los avances de la ciencia se deben siempre a recombinaciones de memorias, de circuitos neuronales que se abren y se recombinan de manera diferente entre sí.
Esto falta en el software de la IA: La posibilidad de rehacer constantemente las reglas de funcionamiento, la capacidad de recombinar los circuitos para obtener lo nuevo a partir de lo ya conocido y memorizado.
La IA es posible, pero si la desarrollamos tendremos exactamente los mismos problemas que tenemos con los humanos: La libertad de acción que lleva a las obras geniales y a los crímenes más abyectos.
Un robot fiel, un robot que siga a rajatabla y sin violarla nunca la primera regla de Asimov: ''Una máquina inteligente no puede nunca actuar contra los humanos'', es una máquina capada, y que no desarrolla la inteligencia humana.
Misnky y sus alumnos, von Neumann y los suyos, y otros muchos no han aceptado la conclusión inevitable de la libertad: La inteligencia humana solo es posible en unas mentes que tienen la libertad de generar constantemente conexiones neuronales nuevas.  Y la libertad solo es posible en esquemas aleatorios, no deterministas, no lineales.
La IA es posible, si aceptamos diseñar el software con posibilidades aleatorias. Pero como en la saga de "Dune" de Frank Herbert, si se hace así, esa inteligencia debería ser destruida, si fuera posible, pues los robots contendrían genios como Galileo y Einstein, pero también monstruos como Hitler y Stalin, pero con un poder enormemente superior al de éstos últimos.
Podemos fabricar IA.
¿Queremos hacerlo?
Antonio Ruiz de Elvira  EL MUNDO  1.2.16

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