La evolución continúa
Una
de las grandes dudas de la biología contemporánea es si nuestra especie, Homo
sapiens, sigue sometida a los designios de la selección natural, si sobre
nosotros aún actúan las leyes darwinianas de la evolución.
Existen
motivos de sobra para pensar que no es así. La selección natural es un
mecanismo evolutivo que permite garantizar que sólo sobreviven los más fuertes,
los mejor adaptados, los más aptos para vivir en su entorno. De ese modo se
asegura la naturaleza de que serán transmitidos a sucesivas generaciones los
genes más adecuados. Una especie que sobrevive millones de años es porque ha
generado individuos fuertes, capaces de cambiar según las necesidades del
entorno. Los débiles e incapaces, sencillamente desaparecen.
Pero
por fortuna, el ser humano ha desarrollado un modo de intervenir en este cruel
proceso: la medicina, el cuidado social, el bienestar... En nuestra especie los
más débiles no desaparecen sino que son atendidos, curados, integrados en el
grupo. La humanidad ha combatido el influjo de la selección natural. Por eso
algunos expertos consideran que Homo sapiens hace milenios que dejó de
evolucionar. No habrá una especie mejorada después de la nuestra.
Un
estudio ahora publicado por la Universidad de Sheffield ha venido a desmontar
esta idea. En él se ha analizado si las influencias culturales, tales como el
acceso a los anticonceptivos, los avances médicos y la reducción de la
mortalidad infantil influyen en la herencia genética de nuestra especie.
El
trabajo, llevado a cabo en Finlandia, ha observado que sólo el 67 por 100 de
los niños nacidos en la década de 1860 sobrevivieron a la edad adulta mientras
que los nacidos a partir de 1940 alcanzan ratios de supervivencia del 94 por
100. En ese lapso de tiempo, las familias pasaron de tener una media de 5 hijos
a tener 1,6. Estos datos soportarían la idea de que la evolución ya no actúa
sobre la supervivencia de la especie tanto como lo hace el nivel de desarrollo
cultural y técnico.
Sin
embargo, los investigadores han hallado que, a pesar de la influencia cultural,
las diferencias genéticas entre individuos siguen jugando su papel. Los autores
del estudio han analizado registros genealógicos en parroquias finlandesas
desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Con ellos han dibujado el árbol
familiar de varias generaciones con más de 10.000 individuos implicados. El segundo
paso ha sido observar las diferencias en la salud, mortalidad, natalidad y
otros factores entre generaciones y determinar cuáles de esas variables se
deben a peculiaridades genéticas y cuáles a la influencia de la modernización
de la sociedad.
Se
descubrió que en los siglos XVIII y XIX entre el 4 y el 18 por 100 de las
variaciones en longevidad, fertilidad y edad del primer y último parto estaban
determinadas por los genes (se transmitían los rasgos en las mismas familias.
El resto de las variaciones dependían del desarrollo socioeconómico de cada
estirpe.
Del
mismo modo, descubrieron que la influencia genética en la edad del primer parto
y la fertilidad de las parejas es hoy aún mayor. Eso quiere decir que las
sociedades modernas siguen respondiendo a la selección natural y las
diferencias genéticas entre familias sigue siendo motor de la evolución.
Existen grupos de personas genéticamente programados para ser más fértiles y
longevos y que, por lo tanto, tienen más probabilidades de transmitir sus genes
a pesar de que el desarrollo socioeconómico ha permitido que el resto de los
individuos también extiendan su ADN en lugar de desaparecer como sería de
esperar en un escenario de selección natural pura.
Además,
los trazos genéticos relacionados con factores como la natalidad han
permanecido siendo los mismos durante siglos.
Este
hallazgo parece cerrar buena parte del debate sobre la evolución futura del ser
humano. Saber si seguimos evolucionando genéticamente puede ser muy útil para
hacer proyecciones sobre el futuro de la población o para conocer cómo
responderemos como especie ante determinadas amenazas. Por ejemplo, una
epidemia global.
05
de febrero de 2015 Jorge Alcalde
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