Darwin y Chomsky, las últimas
víctimas de Tom Wolfe
El escritor regresa al ensayo
con un repaso feroz a las teorías evolucionistas
Wolfe considera a Noam
Chomsky un lastre en el avance de la teoría lingüística durante décadas
Tom Wolfe ha cumplido 85 años
y si alguien creía que la edad le quitaría las ganas de pelea, que se dé un
paseo por «The Kingdom of Speech», su último libro, que acaba de aparecer en
Estados Unidos. El periodista y escritor regresa al ensayo, un género que no
había tocado en 16 años y con el que logró la fama desde finales de los 60.
El maestro del Nuevo
Periodismo se propone en esta ocasión derribar ideas instaladas sobre la
evolución humana y el lenguaje. En su opinión, es el lenguaje, y no la
evolución, lo que nos ha convertido en quiénes somos: imaginativos, estrategas,
creativos, malignos, complicados. En el camino, despelleja a Charles Darwin y
Noam Chomsky. Lo hace con su estilo belicoso, frenético en epítetos y
onomatopeyas, hiperbólico. Es un torrente de acidez y entusiasmo, aunque «The
New York Times» lo ha calificado como «más una provocación que una tesis».
Wolfe argumenta parte de su
discurso en las teorías de Daniel Everett, un antropólogo polémico que defiende
que el lenguaje no es producto de la evolución sino una herramienta creada por
el hombre. «No hay rastro de evolución del lenguaje en los sonidos que hacen
los monos o los delfines. Es algo completamente nuevo, y se debe a que es una
invención, una invención de los seres humanos, los únicos capaces de ejecutar
este truco», explicó el autor en una entrevista en la radio pública NPR.
«Físicamente, somos patéticos. Nuestra conquista del mundo se debe a este
truco».
¿Le convierte esto en un
creacionista que, como el 40% de los estadounidenses, cree que el ser humano
fue creado tal y como lo conocemos ahora y se remonta al comienzo de los
tiempos? «Nada de lo que digo depende de la fe o de la creencia en un poder
extraterrestre», aseguró Wolfe, que se define como ateo. Pero no pierde la
ocasión para calificar al Big Bang de cuento ridículo y a la teoría de la
evolución de Darwin de «mito». Para él, el padre de la evolución «no fue capaz
de entender» qué era el lenguaje. «Ni siquiera lo incluyó en su teoría hasta
que decidió que provenía de nuestra imitación del canto de los pájaros».
Pero quien sale de verdad mal
parado es Chomsky, con quien Wolfe se ceba en dos de sus principales teorías:
que los humanos nacen con un órgano en el cerebro que les predispone a aprender
el lenguaje y la recurrencia común en el lenguaje para todos los humanos. Wolfe
acaba por denunciarle como un lastre en el avance de la teoría lingüística
durante décadas.
No debería preocuparse el
lingüista, filósofo y activista político; sacudir a los intelectuales de su
tiempo es una de las pasiones de Wolfe. Así lo demostró en su anterior obra de
no ficción, la colección de ensayos «Hooking Up», que incluía una pieza
dedicada a tres faros literarios de su tiempo: Norman Mailer, John Updike y
John Irving.
Antes, se había mofado del
arte moderno, de sus protagonistas –de Andy Warhol a Jackson Pollock– y de
quienes le otorgaron sus cimientos teóricos –de Clement Greenberg a Harold
Rosenberg– en «La palabra pintada» (1975). Siguió una línea similar con la arquitectura
contemporánea en «¿Quien teme al Bauhaus feroz?».
Ahora, se llenará de enemigos
en la comunidad científica con sus dudas sobre unas teorías bien establecidas.
«Es engañoso decir que el hombre evolucionó de los animales, porque nadie sabe
si fue así. Hay escasas señales físicas, excepto un parecido general entre
simios y humanos», aseguró a NPR.
Probablemente, «The Kingdom
of Speech» pondrá el grito en el cielo de algunos científicos, servirá de
muleta para algunos defensores del creacionismo y, como siempre ocurre con
Wolfe, provocará un debate novedoso. Mientras tanto, el autor ya estará a otra
cosa. Es experto en generar controversia, pero casi nunca acaba salpicado por
ella. Según reconoció a la CBS, «solo» tiene cinco libros planeados por delante.
El próximo será «sobre lo políticamente correcto, el tema más divertido que he
tratado en mucho, mucho tiempo». En esta ocasión no habrá duda de que sabrá de
lo que habla.
Sep. 2016 ABC JAVIER
ANSORENA
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