26/11/14

Ana María Matute. Primera Memoria. Descubrir el yo en la adolescencia



Espléndida descripción del primer descubrimiento del yo en la adolescencia.

Y en medio de una extraña vergüenza, como si se abriese paso en mí la expiación de confusas, lejanísimas culpas que no entendía pero que lamían mis talones (cometidas tal vez contra todo lo que me rodeaba, sin excluir al Chino, a Antonia, ni, tal vez, al mismísimo Guiem; culpas y sentimientos que no  deseaba reconocer, como el temor o amor a Dios),  me pareció que una delgada corteza se rompía, con todo lo que me obligaban a sofocar, Borja con sus burlas, la abuela con sus rígidas costumbres y su pereza y despreocupación de nosotros y tía Emilia con su inutilidad pegajosa. De pronto, me levanté  de entre todo aquello. Era solamente yo. ¨¿Y por qué, por qué?¨, me dije. En aquella siesta de la tierra, en el momento en que un perro muerto infectaba el agua de un pozo, era yo, solamente yo, sin comprender cómo, en un deslumbramiento desconocido (sólo posible a los indefensos catorce años).
(…) Y mirando al Chino, a mi lado, sentí mi primera piedad de persona mayor, deseé darle la mano y decirle: “No les hagas caso, sólo son unos niños ignorantes. Perdónales, pues no saben  lo que se hacen”. Y a un tiempo me avergonzaba de aquel primer sentimiento de adulto y me daba miedo y pena de mí misma, de mis palabras y de mi piedad.
Ana María Matute, Primera Memoria

No hay comentarios:

Publicar un comentario