28/5/15

Palmira



PALMIRA Y EL IMAGINARIO OCCIDENTAL

HE visitado varias veces Palmira. He dormido, obviamente, en el hotel Zenobia, que se encuentra (o se encontraba) casi en medio mismo de las ruinas de la ciudad. En Palmira uno de los hechos que más impresionan son los amaneceres y las puestas de sol, que dan a las columnas, templos, arcos y monumentos un color rosáceo y anaranjado inolvidable. Esto para los amantes del paisaje.

En cuanto a la ciudad y sus ruinas, basta recordar al gran arqueólogo e historiador ruso Michael Rostouzeff –que acabó sus días siendo profesor en la Universidad de Yale–, que, en su libro Ciudadescaravaneras (1932), dice de las ruinas de Palmira cuando las visita en 1928 que «son, indudablemente, las más románticas del mundo antiguo».

12/5/15

La canción más antigua del mundo

La canción más antigua del mundo

¿En qué momento de nuestra historia creó el hombre por primera vez una melodía? ¿En qué instante fuimos conscientes de que podíamos crear esa mágica sensación para nuestros sentidos, nuestra alma y nuestra mente? La verdad es que desconocemos quién fue, si utilizó un instrumento, cuánto duraba esa canción y si incluía letra.

8/5/15

Defensa de la Filosofía



DEFENSA DE LA FILOSOFÍA
HACE 2.400 años el Gobierno de la ciudad de Atenas condenó a muerte a Sócrates, el primero de los filósofos, acusado de impiedad y de corrupción de la juventud. En nuestro país, la Lomce vuelve a condenar a la filosofía, relegando la asignatura de Historia de la Filosofía a una opción en el plan de estudios de 2º de Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales. Esta decisión trae inevitablemente a la memoria la famosa sentencia de nuestro filósofo George Santayana: «Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo».

4/5/15

Globalización salvaje. Guy Sorman



GLOBALIZACIÓN SALVAJE
Más allá de la conmiseración, lo que siento por los refugiados que se aventuran por el Mediterráneo y alcanzan las costas europeas, o no las alcanzan nunca, es, sin duda, admiración. Estos hombres y mujeres, que a veces llevan consigo a sus hijos, tienen que tener una valentía y un heroísmo indecibles. Le dan la espalda a los dictadores de manos ensangrentadas, a los islamistas delirantes, a las guerras civiles y a la miseria, y se embarcan en unas increíbles odiseas, atravesando desiertos y montañas, sin agua, sin alimentos y sin protección frente a los asaltadores de caminos, los traficantes de personas y los extorsionistas de baja estofa. Un sueño les guía como antes a los hebreos en el Sinaí: Europa. Europa, de la que no saben gran cosa, donde serán más o menos bien acogidos, pero la Europa que en los diversos idiomas de estas personas errantes se traduce siempre por paz y supervivencia a falta de prosperidad. Dudo que la mayoría de ellos esperen ser bien recibidos, pero saben a ciencia cierta que no serán asesinados y que un campo de refugiados en Europa es mejor que una ciudad bombardeada de Siria o que una chabola de Eritrea. Los mejor informados saben por algún primo que llegó a Europa antes que ellos que aquí siempre se encuentra algún trabajo que los europeos de pura cepa ya no quieren realizar porque es demasiado duro, demasiado sucio o demasiado deshonroso. También saben, y es uno de los mayores atractivos del continente, que sus padres ancianos y sus hijos tendrán acceso a unos cuidados mínimos y probablemente a una educación gratuita. ¿Quién sabe? De aquí a una generación o dos, un gran número de esos refugiados conseguirán alguna nacionalidad europea. Hoy en día son unos extranjeros, pero un número significativo de ellos se convertirán en europeos venidos de otras partes como muchas de las oleadas de inmigrantes que les precedieron.