Alan
Turing también descifró el código oculto de cómo se forma el cuerpo
Un estudio demuestra que su propuesta matemática
para explicar el desarrollo de los dedos de un embrión es correcta.
Era
agosto de 1952 y los aliados aún saboreaban su victoria en la II Guerra
Mundial. Mientras, Alan Turing,
el hombre que había salvado miles de vidas al descifrar el código secreto de
comunicación de los nazis, el padre de la informática actual y el pionero de la
inteligencia artificial, estaba viviendo un infierno. Un tribunal le había
condenado a la castración química por ser homosexual, un delito en Reino Unido
en aquella época. Su cuerpo de corredor de maratones se había hinchado hasta la
deformidad con aquel tratamiento forzoso para aniquilar su deseo sexual. Su
cerebro, en cambio, seguía bullendo con ideas excepcionales que marcarían la
tecnología y la ciencia muchas décadas después.