7 razones científicas para
celebrar el Día de la Madre
El influjo materno es uno de los más fuertes y beneficiosos que
ha desarrollado la naturaleza y la ciencia. Lo demuestran numerosos
experimentos. Las mujeres portan células
de sus hijos en el tejido cerebral durante toda su vida
En las
cercanías de la Universidad de Illinois un equipo de psicólogos y
neurocientíficos propone a los alumnos un curioso experimento. Se ha habilitado
un pequeño circuito de conducción en el que los participantes pueden realizar
sencillas pruebas al volante. Todos son jóvenes con carné de conducir. Uno de
los test propone pasar por un semáforo en ámbar. Los chicos y chicas pueden
elegir entre acelerar y pasar antes de que cambie a rojo (ganando unos dos segundos
de tiempo en su viaje) o parar prudentemente y esperar 30 segundos a que el
semáforo vuelva a estar verde.
Hay dos formas
de realizar la prueba. Solos al volante o con la madre del voluntario como
copiloto. Las diferencias fueron sustanciales. Cuando viajaban solos, los
participantes se saltaban el semáforo en ámbar en el 55 por 100 de las
ocasiones. Cuando la madre estaba mirando, solo lo hacían en un 40 por 100. La
simple presencia de mamá era suficiente para generar un comportamiento más
prudente al volante. Está claro, el influjo materno es uno de los más fuertes y
beneficiosos que ha desarrollado la naturaleza y la ciencia lo demuestra en
increíbles experimentos como estos.
La voz a tí
debida
En múltiples
ocasiones se ha asegurado que los bebés son capaces de reconocer la voz de su
madre incluso dentro del vientre materno y que cuando la progenitora les habla
en ese estado, el sonido influye positivamente en el desarrollo del pequeño.
Pero, ¿es eso realmente cierto? Investigadores del Hospital para Mujeres de
Boston han estudiado el desarrollo de 40 niños nacidos prematuramente entre 8 y
15 semanas antes de terminar el embarazo. A la mitad de ellos les expusieron a
la voz y al latido del corazón de sus madres a través de unos altavoces
especiales en la incubadora durante tres horas al día. Cuando salieron del
hospital, esos niños habían desarrollado mejor el córtex auditivo del cerebro,
una región vital para el control del oído y del aprendizaje.
Siempre atentas
Todos lo hemos
notado. Las madres suelen ser las primeras en reaccionar al llanto de sus hijos
e, incluso, son capaces de identificarlo en condiciones en las que otras
personas presentes apenas lo oyen. No se trata de una leyenda popular. Una
investigación desarrollada en la Universidad de Nueva York encontró
recientemente la razón. Las mujeres que acaban de dar a luz aumentan
considerablemente la secreción de la hormona oxitocina. Esta sustancia, además
de predisponer al desarrollo de lazos afectivos más fuertes con la prole,
modifica el modo en el que las señales auditivas son procesadas por el cerebro.
En concreto, según se ha demostrado en ratones hembra, aumenta la sensibilidad
a los sonidos de comunicación social: como el llanto o la risa.
Beneficios de
ida y vuelta
Es sabido que
la lactancia materna aporta innumerables beneficios a los bebés. Pero lo que
acaba de descubrirse es que ese acto es también beneficioso para la salud de la
madre. Un estudio publicado en el Journal of Perinatology demostró que las
mujeres que dan el pecho reducen un 4,3 por 100 el riesgo de padecer cáncer de
mama por cada año de lactancia realizado.
Te llevo dentro
Es obvio,
nuestras madres nos llevaron dentro de su cuerpo alrededor de nueve meses.
También es obvio que nos llevan en el corazón toda su vida. Quizás no lo sea
tanto que tengan «pedacitos de nosotros» en el cerebro. Las células fetales,
durante el embarazo, pueden migrar a través del torrente sanguíneo e invadir
órganos de la madre como el cerebro. De hecho, un estudio publicado en 2012 en
«Plos One» demostró que las mujeres portan células de sus hijos en el tejido
cerebral durante toda su vida. Lo más sorprendente es que esas células parecen
tener un efecto protector en la madre. Las mujeres que no han tenido hijos o
que tienen menos cantidad de células fetales de su prole, muestran más riesgo
de padecer Alzhéimer. Es quizás el mejor regalo que podemos hacerlas: nuestras
células.
Lamer para
proteger
El chupete ha
caído al suelo y la madre, siguiendo una aparentemente absurda costumbre, lo
limpia con su propia saliva y se lo devuelve. Algunas autoridades sanitarias
han aconsejado en ocasiones que no se realice esta práctica. Por ejemplo, el
Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York emitió un comunicado alertando
de los peligros de este intercambio de fluidos. Pero más recientemente,
investigadores suecos han dado la vuelta a la tortilla. Epidemiológicamente,
las madres que realizaban esta práctica han terminado criando hijos con menos
alergias, asma y otras enfermedades autoinmunes. No se trata de un estudio que
establezca una relación causa-efecto, pero tiene sentido en el contexto de las
nuevas teorías sobre la higiene que proponen que el exceso de aspesia y la
falta de relación con ciertas bacterias en el sobreprotegido mundo del bebé
puede ser causa del aumento de alergias.
Mamá se dice
«mamá»
En inglés,
«mom»; en chino mandarín, «mama»; en islandés, «mamma»; en punyabí, «ma»; en
hebreo, «em» y en vietnaminta, «me». Parece evidente que la primera palabra que
usamos para llamar a nuestras madres comparte en todas las culturas el sonido
de la letra «m». Es uno de los fonemas que antes somos capaces de pronunciar
como Homo sapiens y probablemente por eso haya dado lugar a la palabra madre en
todos los idiomas. Pero ¿desde cuándo existe esa palabra? Un equipo de
lingüistas analizó hace poco un rango muy amplio de familias de idiomas, desde
las más convencionales lenguas romances, sajonas o indoeuropeas hasta las
urálicas que incluyen el finlandés, la dravídicas como las del sur de la India
o las Inuit del Ártico. Cartografiando las relaciones entre estas lenguas y las
mutaciones que han sufrido descubrieron 23 palabras «ultraconservadas», es
decir, que se comparten en todas las lenguas y que han variado muy poco en los
últimos 15.000 años. Las más antiguas de todas (ya pronunciadas cuando aún
cazábamos mamuts) son «fuego», «viejo» y «madre».
06 de mayo de
2017 Jorge Alcalde
No hay comentarios:
Publicar un comentario