FILOSOFAR SIN FACULTADES
¿QUIERES,
Cebes, que te haga una exposición de mi segunda singladura?», interpela
Sócrates al interlocutor que se pregunta sobre cuál sea esa disciplina a la que
el maestro viene llamando «filosofía». La propuesta de Sócrates es, como
siempre, irónica. «Segunda singladura» habla la jerga de los marineros. Dice el
trance más difícil para un navegante. Ése en el cual el viento cesa y cede a
una plúmbea calma chicha. Las velas se le truecan en estorbo. Y, al cabo de una
espera muerta, no queda otra salvación que el remo: esto es, la recia
confrontación de cada hombre con un entorno del cual ya nada espera. La amistad
engañosa del viento se extinguió. Y sólo de la fuerza propia puede el navegante
aguardar el arribo a puerto.