17/4/17

Jonathan ROSSITER, El futuro es una sociedad de «robohumanos»

Jonathan ROSSITER, El futuro es una sociedad de «robohumanos»
Podremos tragarnos un robot como si fuera una golosina» Jonathan ROSSITER de Robótica,uno de lo mayores expertos en robótica biodegradable cree que estos organismos artificiales nos ayudarán en el futuro a eliminar el cáncer

Estarán por todas partes, incluso dentro de nosotros, pero no serán una amenaza. Lejos de imitar a «Terminator», tener forma humanoide o convertirse en agresivas máquinas militares, los robots del futuro serán organismos blandos y adaptables creados para hacernos la vida más fácil. Sus tareas irán desde reparar el entorno natural hasta controlar y eliminar el cáncer. Así lo cree Jonathan Rossiter, el adalid de los robots amables y uno de los mayores expertos mundiales en este campo. El ingeniero, director del Soft Robotic Group, en la Universidad de Bristol (Inglaterra), diseña «criaturas» con cerebro, cuerpo y estómago que, además, son biodegradables. Ha visitado Madrid para explicar sus ideas, recogidas en el libro «El próximo paso: la vida exponencial», editado por la iniciativa Open Mind de BBVA. 
—¿Cómo cree que van a ser los robots del futuro? 
—No se van a parecer nada a los de la ciencia ficción, que los presentan de forma sensacionalista como fuente de conflicto. Al contrario, supondrán una gran oportunidad. Interactuarán con nosotros y nos ayudarán. Podrán operar dentro de ti, sobre ti, contigo y para ti. Formarán parte de nuestras vidas hasta el punto de que quizás ya ni emplearemos la palabra robot para referirnos a ellos. Llegaremos a ese punto en 50 años o más y por el camino tenemos un viaje maravilloso. —¿Cómo será su aspecto? —Los que concebimos ahora tienen motores, metal, plástico... y muchas veces son parecidos a los seres humanos, pero estamos trabajando en tecnologías totalmente diferentes. Utilizamos materiales inteligentes que responden a un estímulo energético y pueden moverse, ser flexibles, girarse, retorcerse... 
—¿Y para qué nos servirán? 
—Para muchas cosas. Una de ellas es hacer músculos robóticos que sustituyan a los biológicos que hayan dejado de funcionar o lo hagan peor, lo que podría ayudarnos a vivir más tiempo. Una piel robótica podría incrementar nuestra energía, por ejemplo si hace falta cuando subimos una escalera, mejorar nuestra capacidad sensorial o regular nuestra temperatura. También podemos hacer vendas inteligentes que diagnostiquen la salud. —Trabaja en unos pantalones que sustituyan a la silla de ruedas. —Sí. Con la edad, algunas personas pierden movilidad. Pero si añadimos control y masa muscular a las piernas, podemos reemplazar la silla de ruedas. Un traje robótico nos permitiría mantener nuestra autonomía durante mucho más tiempo. 
—¿Son como los exoesqueletos que conocemos? —No, estas tecnologías más atrevidas no son rígidas, lo que las hace más cómodas y elegantes. Pueden estar por debajo de tu ropa o formar parte de ella. Pero tenemos otro gran proyecto para la incorporación de la robótica blanda en humanos. 
—¿En qué consiste?
—Es para las personas que han padecido cáncer en alguna parte del cuerpo, como la garganta. En estas circunstancias, la laringe puede quitarse, pero luego esas personas no pueden hablar, respirar, toser... y tenemos que hacer una traqueostomía. Si en vez de eso tenemos tecnologías robóticas para sustituir el órgano, entonces ayudamos a los afectados a recuperar sus funciones. 
—¿Seremos como cíborgs? 
—Un cíborg tiene connotaciones negativas, pero sí, estamos llegando al punto de que podremos mejorar el cuerpo humano para que sea mejor de lo que era. Y por supuesto, si las personas han perdido funciones, queremos recuperarlas. —Ha dicho que tendremos robots dentro del cuerpo. 
—Algunas de las tecnologías pueden ser comestibles. Esto significa que podemos hacer un robot de gelatina, como las golosinas de los niños, que administre medicamentos en el lugar adecuado o incluso colaborar con el cuerpo en una parte en particular. 
—¿De qué manera? 
—Por ejemplo, en los pacientes de Crohn, una enfermedad relacionada con la absorción de la comida. Podríamos hacer un robot comestible que se introduce en el cuerpo para ayudar a sus funciones y cuando haya terminado su trabajo se absorbe o se elimina y se biodegrada. Totalmente seguro. 
—Algunos equipos ya han presentado sus robots blandos. Harvard hizo uno completamente autónomo. 
—Se basan en tecnologías que tienen hasta 70 años. La razón por la que tienen éxito ahora es que hay mejores materiales y sabemos producirlos. Pero tienen sus limitaciones porque utilizan aire y hace falta una bomba pesada y grande. Nosotros trabajamos con materiales electroactivos, que cambian de forma, pueden ser flexibles, moverse... Solo necesitas una pequeña batería y computación. Pero es que además podemos sacar la batería para sustituirla por otra cosa. 
—¿Qué cosa? 
—¡Un estómago! Absorbe materiales orgánicos del entorno para generar electricidad. El robot entonces no es un robot, es un organismo. 
—Algo que tiene «cerebro», cuerpo y estómago. 
—Sí. Un buen ejemplo es nuestro Rowbot, un robot que se inspira en un escarabajo acuático y el tiburón peregrino. Row-bot tiene estómago, cuerpo y es independiente energéticamente. Esto significa que abre la boca, se mueve en el agua y va acumulando alimentos en el estómago. Los digiere y utiliza la energía eléctrica producida para moverse y conseguir más. No tiene baterías y es medioambiental. 
—¿Y qué come ese robot? 
—Casi cualquier cosa: moscas muertas, orina, algas... El robot podría servir para consumir polución y convertirla en electricidad, o para parar el crecimiento descontrolado de algas que producen sustancias tóxicas. 
—¿Y esa historia de las máquinas que toman sus propias decisiones y pueden someter a la humanidad? 
—Sí, en la ciencia ficción. Los robots y los humanos vamos a cambiar, pero juntos. Ahí está la gran oportunidad. Si podemos colaborar para integrarnos, no tendremos problemas. El futuro es una sociedad de «robohumanos». No verás diferencia, será la vida.     9 abr. 2017
ABC       JUDITH DE JORGE 

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