Podremos
tragarnos un robot como si fuera una golosina» Jonathan ROSSITER de
Robótica,uno de lo mayores expertos en robótica biodegradable cree que estos
organismos artificiales nos ayudarán en el futuro a eliminar el cáncer
Estarán
por todas partes, incluso dentro de nosotros, pero no serán una amenaza. Lejos
de imitar a «Terminator», tener forma humanoide o convertirse en agresivas
máquinas militares, los robots del futuro serán organismos blandos y adaptables
creados para hacernos la vida más fácil. Sus tareas irán desde reparar el
entorno natural hasta controlar y eliminar el cáncer. Así lo cree Jonathan
Rossiter, el adalid de los robots amables y uno de los mayores expertos mundiales
en este campo. El ingeniero, director del Soft Robotic Group, en la Universidad
de Bristol (Inglaterra), diseña «criaturas» con cerebro, cuerpo y estómago que,
además, son biodegradables. Ha visitado Madrid para explicar sus ideas,
recogidas en el libro «El próximo paso: la vida exponencial», editado por la
iniciativa Open Mind de BBVA.
—¿Cómo
cree que van a ser los robots del futuro?
—No
se van a parecer nada a los de la ciencia ficción, que los presentan de forma
sensacionalista como fuente de conflicto. Al contrario, supondrán una gran
oportunidad. Interactuarán con nosotros y nos ayudarán. Podrán operar dentro de
ti, sobre ti, contigo y para ti. Formarán parte de nuestras vidas hasta el
punto de que quizás ya ni emplearemos la palabra robot para referirnos a ellos.
Llegaremos a ese punto en 50 años o más y por el camino tenemos un viaje
maravilloso. —¿Cómo será su aspecto? —Los que concebimos ahora tienen motores,
metal, plástico... y muchas veces son parecidos a los seres humanos, pero
estamos trabajando en tecnologías totalmente diferentes. Utilizamos materiales
inteligentes que responden a un estímulo energético y pueden moverse, ser
flexibles, girarse, retorcerse...
—¿Y
para qué nos servirán?
—Para
muchas cosas. Una de ellas es hacer músculos robóticos que sustituyan a los
biológicos que hayan dejado de funcionar o lo hagan peor, lo que podría
ayudarnos a vivir más tiempo. Una piel robótica podría incrementar nuestra
energía, por ejemplo si hace falta cuando subimos una escalera, mejorar nuestra
capacidad sensorial o regular nuestra temperatura. También podemos hacer vendas
inteligentes que diagnostiquen la salud. —Trabaja en unos pantalones que
sustituyan a la silla de ruedas. —Sí. Con la edad, algunas personas pierden
movilidad. Pero si añadimos control y masa muscular a las piernas, podemos
reemplazar la silla de ruedas. Un traje robótico nos permitiría mantener
nuestra autonomía durante mucho más tiempo.
—¿Son
como los exoesqueletos que conocemos? —No, estas tecnologías más atrevidas no
son rígidas, lo que las hace más cómodas y elegantes. Pueden estar por debajo
de tu ropa o formar parte de ella. Pero tenemos otro gran proyecto para la
incorporación de la robótica blanda en humanos.
—¿En
qué consiste?
—Es
para las personas que han padecido cáncer en alguna parte del cuerpo, como la
garganta. En estas circunstancias, la laringe puede quitarse, pero luego esas
personas no pueden hablar, respirar, toser... y tenemos que hacer una
traqueostomía. Si en vez de eso tenemos tecnologías robóticas para sustituir el
órgano, entonces ayudamos a los afectados a recuperar sus funciones.
—¿Seremos
como cíborgs?
—Un
cíborg tiene connotaciones negativas, pero sí, estamos llegando al punto de que
podremos mejorar el cuerpo humano para que sea mejor de lo que era. Y por
supuesto, si las personas han perdido funciones, queremos recuperarlas. —Ha
dicho que tendremos robots dentro del cuerpo.
—Algunas
de las tecnologías pueden ser comestibles. Esto significa que podemos hacer un
robot de gelatina, como las golosinas de los niños, que administre medicamentos
en el lugar adecuado o incluso colaborar con el cuerpo en una parte en
particular.
—¿De
qué manera?
—Por
ejemplo, en los pacientes de Crohn, una enfermedad relacionada con la absorción
de la comida. Podríamos hacer un robot comestible que se introduce en el cuerpo
para ayudar a sus funciones y cuando haya terminado su trabajo se absorbe o se
elimina y se biodegrada. Totalmente seguro.
—Algunos
equipos ya han presentado sus robots blandos. Harvard hizo uno completamente
autónomo.
—Se
basan en tecnologías que tienen hasta 70 años. La razón por la que tienen éxito
ahora es que hay mejores materiales y sabemos producirlos. Pero tienen sus
limitaciones porque utilizan aire y hace falta una bomba pesada y grande. Nosotros
trabajamos con materiales electroactivos, que cambian de forma, pueden ser
flexibles, moverse... Solo necesitas una pequeña batería y computación. Pero es
que además podemos sacar la batería para sustituirla por otra cosa.
—¿Qué
cosa?
—¡Un
estómago! Absorbe materiales orgánicos del entorno para generar electricidad.
El robot entonces no es un robot, es un organismo.
—Algo
que tiene «cerebro», cuerpo y estómago.
—Sí.
Un buen ejemplo es nuestro Rowbot, un robot que se inspira en un escarabajo
acuático y el tiburón peregrino. Row-bot tiene estómago, cuerpo y es
independiente energéticamente. Esto significa que abre la boca, se mueve en el
agua y va acumulando alimentos en el estómago. Los digiere y utiliza la energía
eléctrica producida para moverse y conseguir más. No tiene baterías y es
medioambiental.
—¿Y
qué come ese robot?
—Casi
cualquier cosa: moscas muertas, orina, algas... El robot podría servir para
consumir polución y convertirla en electricidad, o para parar el crecimiento
descontrolado de algas que producen sustancias tóxicas.
—¿Y
esa historia de las máquinas que toman sus propias decisiones y pueden someter
a la humanidad?
—Sí,
en la ciencia ficción. Los robots y los humanos vamos a cambiar, pero juntos.
Ahí está la gran oportunidad. Si podemos colaborar para integrarnos, no
tendremos problemas. El futuro es una sociedad de «robohumanos». No verás
diferencia, será la vida. 9 abr.
2017
ABC JUDITH DE JORGE
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