19/4/13

Rebelión en el Gueto de Varsovia

Fotografía tomada por Jürgen Stroop (al mando de las SS) en un reportaje para Himmler durante el levantamiento del Gueto en mayo de 1943.

Hoy, 19 de abril, es el aniversario de la sublevación judía en el Gueto de Varsovia. Ante el inicio de la segunda gran deportación hacia los campos de exterminio, el 19 de abril de 1943  los judíos del gueto de Varsovia se alzaron en armas contra el ejército alemán. La sublevación tan sólo pudo ser sofocada casi un mes después de iniciada, el 16 de mayo. El principal líder de la rebelión fue Mordechai Anielewick, miembro de un movimiento juvenil judío. El segundo líder fue Marec Edelman, uno de los pocos sublevados que consiguió sobrevivir y que murió en abril del 2009. A continuación adjunto un artículo dedicado a él y a la sublevación judía en Varsovia.

Edelman, el héroe que murió en la cama

Entonces los héroes tenían 19 años. «Peor que morir es hacerlo como ganado», explicaría Edelman a este diario, mucho después, en su casa de Lodz. Era el verano de 1943: estrangulados en número de 200.000 en el gueto de Varsovia, entre el hambre y el cólera, hostigados por los nazis y las ratas, diezmados por el goteo diario de los trenes para los campos de exterminio, un puñado de jóvenes judíos decidieron vender caras sus vidas. Y dar con ello su propia respuesta al anonimato de Auschwitz.
Un éxito del nazismo fue robar el rostro humano a los judíos para hacer asumible a los alemanes, y luego al mundo, el Holocausto. El indecente titular de portada del «New York Times», el 10 de mayo de 1943, dice todo sobre el silencio de la historia contra el que se rebelaron: «Reacción excesiva de los judíos de Varsovia. Líderes europeos culpan a los judíos por una respuesta desproporcionada».
Pero ante el matadero, Marek Edelman decidió morir como un hombre; Celina, como una mujer; el maestro Janusz Korczak, junto a sus huérfanos; Anielewicz, reservárselo a su conciencia y a su pistola: «Es la capacidad de elegir en el extremo la que dignifica a la persona». El diario «Prawda Mlodych» intentó explicarlo: «Los judíos de Varsovia no luchan para evitar morir, sino para poner ellos mimos el precio a sus vidas».
«Arder vivos sobre el muro»
El pánico no era desaparecer de la historia, tal y como ya se sabían sentenciados, sino morir sin que sus vecinos de Varsovia, al otro lado del muro del gueto, o en Londres, lo supieran. «Pensamos prender fuego al gueto y arder vivos sobre el muro para que el mundo lo viera», diría Zuckerman, otro de los conjurados: Hacía falta traer Auschwitz al centro de Varsovia: «Para que nadie dijera que no lo sabía».
De los cinco mandos de la Organización Armada Judía (ZOB) del gueto, Edelman fue el último jefe y el único en poder contarlo. Pero contar realmente le costaba y desdramatizaba la importancia de todo: «Como me vuelva a hablar de heroicidad, se va y no vuelve más por aquí», decía.
Ante los héroes de aquella epopeya que enfrentó a unos cientos de jóvenes desharrapados, enfebrecidos y apenas armados, contra la más poderosa maquinaria bélica de su tiempo, en la esquina con la calle Chmielna -donde el monumento que encabeza hoy el torso de su primer comandante Anielewicz-, cayó de rodillas en 1970 un canciller de la nueva República Federal de Alemania. El gesto de Willy Brandt difícilmente haya sido igualado después por otro político en ejercicio.
Después de Anielewicz, su vicecomandante, Edelman quedó al mando, sobrevivió entre los escombros y logró huir y unirse a la resistencia polaca. En su segunda vida y sin más ambages llegó a ser un reputado cardiólogo polaco, y de eso es de lo que le gustaba hablar. Acaba de fallecer a los 90 años, en su casita de Lódz. No todos los días muere un héroe, de verdad.
Ramiro Villapadierna
 


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